Las elecciones del 2016 en EEUU: Primarias en modalidad de “juego chiquito”

Editado por Bárbara Gómez
2016-04-13 22:04:30

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En beisbol, cuando un juego está muy cerrado, los directores de los equipos aplican una táctica que se conoce como el “juego chiquito”. En esa modalidad se apela a todos los recursos y se trata de obtener la máxima ventaja con cada jugada.

En el momento actual de las elecciones primarias en los Estados Unidos presenciamos una táctica de “juego chiquito”, porque los esfuerzos están concentrados no en “ganar” las elecciones en los estados, sino en lograr el mayor número de delegados en las primarias o al margen de ellas, en cada precinto, en cada condado, en cada distrito congresional y en cada estado.

Lo único que importa es ganar el número necesario de delegados en cada lugar y en cada momento para alcanzar la nominación, aprovechando las posibilidades que abren las reglas para la asignación de delegados, las cuales son diferentes para cada estado según las decisiones de los respectivos comités partidistas estaduales.

Hasta el 9 de abril, los delegados captados por los cinco aspirantes aún en la contienda reflejan la siguientes cifras (los números entre paréntesis representan los delegados por derecho propio que han expresado su apoyo al candidato y están incluidos en la cifra total): por los republicanos: Donald Trump, 743 (1); Ted Cruz 534 (14); John Kasich, 143.

(Entre los delegados republicanos hay que añadir 171 que fueron electos con el compromiso de apoyar a Marco Rubio y 18 que lo fueron para apoyar indistintamente a otros cinco aspirantes ya retirados. Por los demócratas: Hillary Clinton, 1774 (469); Bernard Sanders, 1117 (31).

Según el calendario establecido, quedan por celebrarse, entre el 19 de abril y el 7 de junio, 16 primarias republicanas y 20 demócratas (en este caso, la última será el 14 de junio en el Distrito de Columbia).

Aunque oficialmente a estos estados y territorios les corresponden 769 delegados republicanos y 1959 demócratas, cuando se restan los delegados bonificados (republicanos) y los superdelegados (demócratas), así como los líderes partidistas locales que se incorporan en las boletas, se reducen sustancialmente los delegados a elegir en la base.

Solo quedan 643 delegados republicanos y 1461 demócratas, los otros son delegados por derecho propio y en su inmensa mayoría son integrantes del aparato partidista y responden a las indicaciones del “oficialismo”.

Para asegurar el numero de delegados necesarios para ser nominado en la convención, Trump debe captar 494 delegados adicionales; Cruz, 703 y Kasich, 1094. Aritméticamente, Kasich no tiene posibilidades de alcamzarlo.

Cruz tendría la hercúlea tarea de ganar el 95% de los que restan en disputa, incluyendo los que no requieren ser electos y Trump es quien en mejor situación se encuentra, pero requeriría obtener el apoyo del 66% de todos los tipos de delegados en juego, incluyendo muchos que lo son por derecho propio y que residen en estados donde ya se han celebrado las elecciones primarias.

Después de los “idus de marzo” el hado parece haber marcado a Trump y el terreno electoral se le torna escabroso.

El 22 de marzo se celebraron las primarias republicanas en Arizona y Utah; Trump logró la mayoría en el primero adjudicándose 58 delegados, mientras Cruz obtuvo la vitoria en el segundo y ganó 48 delegados. El 5 de abril se celebraron las primarias en Wisconsin y de los 42 delegados en juego, Trump solo ganó 6, mientras Cruz se alzó con 36.

La situación se le siguió complicando a Trump con las convenciones distritales y estaduales en Colorado los días 8 y 9 de abril en las cuales reducidos caucus de líderes partidistas escogían los delegados de los distritos y en el ámbito del estado. Todos los 37 delegados fueron ganados por Cruz.

Este resultado negativo se atribuye a la pobre y deficiente organización de la campaña de Trump en ese estado, aunque la reacción del magnate convertido en político fue emitir declaraciones airadas denunciando el proceso como amañado y deshonesto. Sus partidarios han convocado a una demostración de protesta para el próximo viernes.

El futuro no avizora mejores noticias para el megaempresario. Comentarios de prensa afirman que en Indiana los líderes republicanos están preparando las boletas de delegados a elegir en la base durante las primarias del 3 de mayo (son 10 delegados electos a nivel del estado y 18 en los seis distritos) cargándolas con afiliados contrarios a Trump; de materializarse este propósito sería un resultado desastroso para Trump porque lo privaría de un gran total de 46 delegados ya que los restantes delegados serían líderes del partido que se oponen a Trump. Indiana es un estado en donde el liderazgo republicano se opone fuertemente a Trump.

Varios factores están influyendo en las vicisitudes de Trump. Uno de ellos, la creciente intranquilidad en la “oficialidad” republicana ante la percepción de la inevitabilidad de la nominación de Trump como candidato presidencial del partido y el inicio por parte del comité nacional del partido de una campaña oficial de divulgación acerca de cómo se desarrolla una “convención negociada.

También juega un papel el convencimiento de que la candidatura de Trump pudiera significar no solo la derrota presidencial republicana sino también la alta posibilidad de perder la mayoría republicana en el Senado federal.

Otro, el recrudecimiento de las críticas de importantes medios de difusión contra Trump, como la opinión de la junta editorial del Washington Post publicada el 21 de marzo sobre el encuentro que sostuvieron en ese día con Donald Trump sobre la cual expresaron de forma inequívoca: “… la visita no proporcionó seguridad alguna sobre la aptitud del señor Trump para ocupar la presidencia.

Sus respuestas dejaron poca duda sobre el riesgo radical que la nación tomaría de confiarle a él la Casa Blanca”. Para reafirmar esta opinión, el Washington Post publicó íntegramente la transcripción de lo hablado en la reunión que la Junta Editorial sostuvo con Trump.

El 11 de abril el Boston Globe publicó un primera plana satírica anunciando que Trump había ganado las elecciones y ya estaban comenzando las deportaciones de inmigrantes, usándolo como base para un ataque total contra Trump, demandando del Partido Republicano “parar” a Trump, denunciándolo como contrario a los valores de los Estados Unidos y advirtiendo que igual que Trump o quizás más peligroso sería la nominación de Ted Cruz.

Trump no estaba ajeno al ambiente negativo que se formaba a su alrededor. El pasado 6 de abril tuvo lugar una reunión con la participación de Trump, el administrador de su campaña electoral, Corey Lewandowski y el cabildero (lobista) y consultor político, Paul J. Manafort, descrita como prolongada y tensa a raíz de los desenlaces desfavorables ocurridos en las últimas dos semanas.

Al día siguiente, el equipo de campaña de Trump emitió un comunicado informando la designación de Paul J. Manafort (quien había sido contratado días atrás) como “administrador de la convención… para monitorear, administrar y asumir responsabilidad sobre todas las actividades del señor Trump relacionadas con el proceso de delegados y la convención de Cleveland” (se refiere a la Convención Nacional Republicana del próximo julio).

Paul Manafort, de 69 años y graduado de derecho de Georgetown University en Washington, D.C., tiene amplísima experiencia y relevante participación en todas las elecciones presidenciales en los últimos cuarenta años, desde 1976 con Gerald Ford, pasando por Ronald Reagan, George H.W. Bush, Robert Dole, George W. Bush y John McCain.

La designación convierte a Manafort en el principal responsable de la campaña electoral de Trump, dirigiendo sus múltiples actividades desde una oficina en Washington, D.C.

El propio Manafort se ocupó de explicar el alcance de su designación en declaraciones a la prensa: “… Él (Trump) tenía un modelo de campaña diferente y su modelo estaba siendo precipitado por el concepto de comunicación masiva por lo que ganar era lo que importaba… La campaña ahora ha llegado al punto donde cómo ganar y dónde ganar es importante y entonces proteger lo que has ganado y por eso estoy involucrado en todo lo que ha pasado hasta lo que está por pasar”.

Agregó que estaba contratando personal para manejar todo desde la selección de delegados pasando por las actividades del comité de reglas de la convención e incluyendo las actividades en el pleno de la convención; el grupo que se formará “incluirá expertos provenientes de cada campaña presidencial de los últimos veinte años”

Por su parte, Lewandowski, el administrador de la campaña declaró que las responsabilidades de Manafort incluyen no solo el monitoreo de los delegados sino también los vínculos con el Congreso y el trabajo con el Comité Nacional Republicano.

Es irónico que tras nueve meses de una permanente campaña de denuncias contra las formas y el estilo de trabajo del Partido Republicano, ahora Trump ponga su campaña electoral en manos de un individuo que encarna todo lo que supuestamente ha estado criticando desde el instante en que lanzó su aspiración presidencial.

Dice el refrán popular que “no se debe cambiar de caballo en el medio de la corriente” y es lo que está haciendo Trump (preconcebido o forzado por los acontecimientos), pero ese giro abrupto de dirección no es una buena señal para sus aspiraciones.

Aunque a Trump el camino se le ha ido estrechando y desde el 22 de marzo ha perdido 42 delegados de ventaja sobre sus rivales obteniendo solo el 27% de los 217 disputados, estas circunstancias no han mellado su status como el primero entre los aspirantes republicanos Trump es ampliamente preferido entre los votantes de New York, mientras en Pennsylvania, California y New Jersey su ventaja es grande pero no tan abrumadora.

Estos cuatro estados aportarán 382 delegados comprometidos de los 643 aún por elegir. En Indiana, el otro estado que más votos aportará, con 57, incluyendo los 17 que lo son por derecho propio, todo apunta a que Trump sufrirá una amarga y potencial costosa derrota.

Mientras, en las filas demócratas la contienda sigue su agitado curso, pero con una amplia ventaja en cuanto a delegados captados a favor de Hillary Clinton, aunque Bernard Sanders ha presentado una fuerte batalla en las últimas tres semanas, ganando la mayoría de la votación consecutivamente en ocho estados, luego de su última derrota el pasado 22 de marzo en Arizona, sacándole 141 votos de ventaja a Hillary Clinton.

De todas formas, Hillary solamente necesita captar 637 (45%) de los aproximadamente 1416 delegados a elegir en la base para asegurar la nominación. En tres de los estados restantes con mayor cantidad de delegados, 1023 en total, Hillary es favorita por amplio margen.

Sanders no puede derrotar a Hillary en la batalla electoral de las primarias; esto solo podría suceder si se producen circunstancias ajenas al proceso, como pudiera ser la tan llevada y traída remota posibilidad de que se le instruya de cargos criminales por violación de la ley al usar un servidor privado para recibir correo electrónico durante su desempeño como Secretaria de Estado de los Estados Unidos.

No obstante, todas estas valoraciones sólo serán un hecho cuando sean validadas por el desarrollo de los acontecimientos. Mientras tanto, solo nos queda observar y apreciar la habilidad con la cual los aspirantes y sus respectivos equipos de campaña aplican las tácticas del “juego chiquito”.

Por: Ramón Sánchez-Parodi Montoto (Cubadebate)



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