Como bien afirman analistas y expertos, el aumento generalizado de los aranceles de Trump durante este año está conectado a otros ataques de Estados Unidos contra el sistema internacional de libre comercio.
Por otra parte, y de acuerdo con las reglas del juego de la dominación estadounidense desde el final de la Segunda Guerra Mundial, China está ganando prominencia y ya amenaza esta hegemonía en las áreas económica, tecnológica y monetaria. De ahí la obsesión y la delirante imposición de aranceles contra productos de esa nación, aunque su guerra comercial va más allá del gigante asiático.
Por otra parte, desde el 2014 Rusia ha enfrentado paquetazos sancionatorios que intentan reducir a nada su economía, y aunque no logran sus objetivos, sin han acelerado el proceso integrador del grupo de los Brics, por ejemplo, y una estrategia comercial del gigante eslavo, que busca nuevos horizontes en sus relaciones comerciales.
Es así que, en un giro significativo en las relaciones comerciales entre Rusia y China, el enviado especial del presidente ruso, Borís Titov, declaró recientemente que Rusia tiene la capacidad de reemplazar por completo los productos lácteos y la soja estadounidenses en el mercado chino. Este anuncio de Moscú, no solo destaca la aspiración de Rusia de fortalecer sus lazos económicos con China, sino que plantea preguntas sobre cómo se reconfigurará el panorama agrícola global en el contexto actual de tensiones geopolíticas.
Enviado especial del presidente ruso, Borís Titov
Titov subrayó que la oferta rusa se extiende más allá de la soja y los lácteos, incluyendo leche en polvo, pescado y vino, lo que sugiere un enfoque integral hacia el mercado chino. Su afirmación de que los productos agrícolas rusos son percibidos como “más limpios” por el consumidor chino resalta una estrategia dirigida a capitalizar la creciente demanda de alimentos seguros y saludables en el país asiático.
Evidentemente, a medida que las tensiones económicas entre Estados Unidos y China continúan, esta propuesta parece ofrecer una alternativa viable que podría alterar el equilibrio de poder en la agricultura global.
Además, Titov destacó la posibilidad de incrementar las importaciones de equipos chinos, sugiriendo que, a pesar de las sanciones, las empresas rusas están buscando nuevas oportunidades de negocio. La comparación de precios y calidad de la maquinaria china frente a la europea pone de relieve un cambio en la percepción de los productos manufacturados en el gigante asiático, reflejando la búsqueda de eficiencia y sostenibilidad en tiempos inciertos.
¿Sin embargo, respondiendo a la pregunta de qué sucedería si se levantan las sanciones? Algo que parece no está a la vista de nadie, dada las condiciones actuales, en que las sanciones contra Rusia parecen no tener límites, ni tampoco el plan de Trump de reconstruir un nuevo orden mundial, que ya no se basa en el libre comercio, apoyado por más de 800 bases militares en todo el mundo, Titov dijo tajantemente: ya «se ha tomado una decisión sobre muchos temas.»
O sea, que, al buen entendedor, pocas palabras bastan.
