Francia: elecciones con final conocido

Editado por Maite González Martínez
2017-05-06 08:22:40

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Imagen ilustrativa. (Archivo)

Por: Guillermo Alvarado

Todas las encuestas de intención de voto, los analistas políticos y la mayoría de los ciudadanos franceses comunes y corrientes están conscientes de que sólo es cuestión de tiempo para que este domingo Enmanuel Macrón, de la agrupación En Marcha, se convierta en el inquilino del Palacio del Elíseo para los cinco años venideros.

La razón es muy simple: todos los llamados de la izquierda, el centro y la derecha conservadora para votar por este candidato no es porque estén de acuerdo con su programa de gobierno, sino para evitar que llegue a la presidencia del país su rival, Marine Le Pen, del extremista Frente Nacional.

Macron es un advenedizo en materia de política y su experiencia en la administración pública se reduce a unos cuantos meses en que fue ministro de Economía del gobernante saliente, François Hollande, tiempo suficiente para que emitiera una nueva ley laboral que hizo talco derechos históricos de los trabajadores.

Como dice el dicho, en política no hay almuerzo gratis, por lo que todas las adhesiones públicas que ha recibido de personajes, como Manuel Valls, ex primer ministro, o el conservador Xavier Bertrand, así como el antiguo alcalde de París, Bertrand Delanoë, tendrá que pagarlas con puestos en su gabinete, o candidaturas para las elecciones parlamentarias de junio.

Para otros la cuestión es votar por Macron para detener el avance de Le Pen y la extrema derecha, y ya circulan por las redes sociales varias iniciativas para hacerle saber al futuro presitente que el sufragio a su favor, no es un aval a sus políticas.

Una de ellas es enviarle a Macron por correo electrónico un facsímil de la boleta electoral, donde le hagan saber cuáles son sus aspiraciones, entre ellas un salario justo, empleo y servicios públicos de calidad. Hasta la víspera, más de diez mil de estos mensajes fueron recibidos por el equipo del aspirante al Elíseo.

Otra variante es acudir a las urnas hasta después de las cinco de la tarde, para no aparecer en los conteos que hace el ministerio del Interior a las 12 y las 17 horas. De esa manera el candidato sabrá que quienes sufragaron después de ese momento, lo hicieron más bien contra Le Pen, que a su favor.

Algo que está claro ya es que la abstención será muy elevada, lo que es común en la segunda vuelta de los comicios. Se espera también un alto número de boletas en blanco, como expresión de rechazo a ambos contendientes.

La siguiente etapa política en Francia serán en junio venidero las elecciones al Parlamento, compuesto por la Asamblea Nacional y el Senado, un asunto de principal importancia para el futuro presidente, porque con un gabinete variopinto, con miembros de distintas corrientes políticas, lo que allí se llama “cohabitación”, es indispensable contar con una fuerte mayoría en el organismo legislativo.

Para el resto de la Unión Europea la elección de Macron al Palacio del Elíseo, aunque sea un inexperto en política, es un respiro de alivio, habida cuenta de las intenciones de la extrema derecha de retirarse de la moneda común, el euro, y revisar varios de los acuerdos que mantienen la cohesión en ese grupo continental.

Luego de la salida del Reino Unido, estas práctica representarían el tiro de gracia para ese mecanismo de integración, que no pasa, ni de lejos, por su mejor momento.



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