Por: Guillermo Alvarado

Luego de unos disputados comicios legislativos en Israel, el extremista Benjamín Netanyahu se encamina a la formación de su quinto gobierno, lo que significa una muy mala noticia para la paz en el Oriente Medio y la restitución del legítimo derecho del pueblo palestino a la formación de un Estado soberano e independiente.

Cuando prácticamente se ha terminado el conteo de las boletas, el partido Likud del actual primer ministro alcanzó 35 diputados en el Parlamento, el mismo número que la formación Azul y Blanco de su oponente Benny Gantz.

Pero a la hora de sumar las alianzas de los grupos de extrema derecha, Netanyahu llegaría a 65 escaños, en un recinto legislativo de 120 miembros, lo cual le otorga la suficiente mayoría para mantener su mandato.

De todas maneras falta por cumplir ciertas formalidades, entre ellas las consultas del presidente Reuvén Rivlin con los líderes de todos los partidos representados en el Parlamento, lo que podría demorar una semana pero no cambiará los resultados toda vez que este funcionario también pertenece al Likud.

Si bien los comicios fueron considerados como muy reñidos, llama la atención que la sociedad israelí se inclinó al final hacia las fuerzas derechistas, xenófobas y decididamente antipalestinas, representadas por el Likud y sus aliados y afianzó al régimen sionista actualmente en el poder, incluso con el riesgo de que éste desate una guerra con alguno, o varios de sus vecinos.

Para los palestinos la situación no podría ser peor. Todo indica que se endurecerá el cerco contra la Franja de Gaza, una estrecha zona de 385 kilómetros cuadrados donde están hacinadas casi dos millones de personas en condiciones infrahumanas y sujetos a constantes ataques del ejército sionista.

En cuanto a Cisjordania, recordemos que parte de la campaña electoral de Netanyahu se basó en la promesa de incrementar la usurpación de territorios y construir más colonias, lo que significa también el aumento de la expulsión de familias palestinas de sus legítimos terrenos.

En el plano regional, Tel Aviv aspira a consolidar sus apetencias sobre las alturas del Golán, que pretende arrebatar a Siria con el apoyo de su aliado incondicional, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien por cierto aún antes de haber un resultado definitivo se apresuró a saludar y felicitar a Netanyahu, a quien incluso se refirió por su apodo familiar de “Bibi”, como si fuesen amiguitos de toda la vida.

La reelección del gobierno del partido Likud significará, asimismo, un incremento de la agresividad contra Irán, sobre todo luego de que Trump incluyese al Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica, un puntal de la defensa iraní, en su antojadizo listado de organizaciones terroristas.

Como quiera que sea, se trata de pésimas noticias para la paz, en momentos en que desde múltiples lugares del planeta se atizan los tambores de la guerra, lo que demuestra que tras 21 siglos de historia moderna la humanidad sigue sin salir de las cuevas del odio, el racismo y la xenofobia.