Israel vuelve a hacer de las suyas

Editado por Maite González Martínez
2019-12-09 09:30:05

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Imagen ilustrativa. (Foto/archivo)

Por: Guillermo Alvarado

El estado sionista de Israel, un habitual violador de los derechos humanos, volvió a hacer de las suyas hace pocas horas cuando perpetró un ataque aéreo contra la población palestina hacinada en la Franja de Gaza, con el manido pretexto de que desde ese lugar se habían lanzado algunos cohetes hacia su territorio.

Durante la madrugada del domingo proyectiles de gran potencia detonaron en el norte de Gaza sin causar víctimas, pero si terror entre la población local que de día o de noche sufre constantes agresiones de su belicoso vecino, que lleva adelante un genocidio cuidadosamente planificado ante la mirada impávida del mundo.

Como su nombre lo indica, Gaza es una estrecha franja de terreno con 354 kilómetros cuadrados de extensión, donde viven casi 1,9 millones de persona. Esto da un asombroso índice de unas 4 mil personas por kilómetro cuadrado, un hacinamiento mayúsculo que sólo en sí mismo viola las más elementales garantías humanas.

A esto súmense los constantes bombardeos de que son víctimas, como el ocurrido a mediados de noviembre cuando ocho miembros de una familia campesina, un hombre, dos mujeres, tres niños y dos bebés, murieron en un ataque supuestamente dirigido contra objetivos de la yihad islámica.

Justamente mañana se conmemora el día internacional de los Derechos Humanos, ocasión propicia para denunciar estos desmanes, pero difícilmente van ustedes a escuchar a la Alta Comisionada de la ONU, Michele Bachelett, o cualquier otro funcionario referirse al tema.

¿La razón de este lamentable olvido? Esta la conoce todo el mundo y es que Israel es amigo íntimo, casi hermano genético de Estados Unidos y este país se atribuye el derecho de señalar quién viola, y quién no, los derechos humanos en este planeta.

Recordemos la operación Márgen Protector, cuando durante 50 días en el verano de 2014 el ejército sionista bombardeó la Franja de Gaza y mató a dos mil personas, casi todos civiles, incluidos 500 niños, hirió a 11 mil más, destruyó 17 mil viviendas y convirtió en refugiados a más de medio millón de palestinos que tuvieron que sobrevir en escuelas, hospitales y otros sitios. Washington, entonces, no dijo nada.

Esta complicidad empeoró con la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump, quien aplaude cada bomba que cae sobre Gaza, cada vivienda destruida y familia expulsada en Cisjordania, o cada colonia ilegal que se construye sobre terrenos robados.

Israel ha convertido en papel de deshecho cuanto acuerdo, pacto o convención se ha adoptado en la ONU y el Consejo de Seguridad acerca de los derechos del pueblo Palestino, porque sabe que Estados Unidos garantiza su impunidad.

El Estado sionista posee armas nucleares, nadie sabe cuántas ni de qué características, porque Washington prohíbe que la Agencia Internacional de la Energía Atómica vaya allí a inspeccionar. Eso sí, ambos, Estados Unidos e Israel, están dispuestos a reducir a escombros a Irán porque sostienen que el programa atómico de la nación persa, de comprobado carácter civil, podría servir para fabricar un arma nuclear. Por eso amigo oyente, mañana cuando piense en sus derechos humanos le sugiero que recuerde también los del pueblo palestino y se pregunte a sí mismo si acaso, con su silencio, no está usted siendo cómplice de un genocidio.



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