Por Maria Josefina Arce

Se equivocaron quienes pensaron que ante la difícil situación que vive Ecuador por la COVID 19, el gobierno que preside Lenin Moreno podría dejar de lado las políticas de ajuste para consagrar los recursos y esfuerzos en levantar un sistema de salud colapsado y ayudar a todos los ecuatorianos, en especial a los más desposeídos.

El camino seguido ha sido otro. En  medio de la pandemia, que ha golpeado con fuerza letal  a una nación  con un débil sistema sanitario y  una economía en ruinas, las autoridades han lanzado un plan, que los expertos estiman incrementará  aún más la vulnerabilidad de muchos ciudadanos.

Se ha ido a una sustancial reducción de los gastos públicos, con lo que se verán afectadas ramas esenciales como la salud y la educación, al tiempo que se decretó el cierre de empresas estatales como la aerolínea TAME y Ferrocarriles y Correos.

También se anunció una reducción del horario de trabajo para todos los empleados públicos, excepto de la salud y fuerzas de seguridad, con la consabida disminución de sus salarios, mientras está en marcha una controvertida ley  que daría poder a las empresas para determinar la extensión de la jornada laboral y la remuneración.

Las medidas, adoptadas para cumplir con el Fondo Monetario Internacional, aún en detrimento de los ecuatorianos, aumentarán la pobreza, que en diciembre pasado se situaba  en 38 por ciento, y la informalidad laboral, que de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo ronda el 65 por ciento.

En medio de este panorama el gobierno de Lenin Moreno prepara el terreno para  eliminar los subsidios a los combustibles, una medida a la que tuvo que renunciar en octubre pasado por la ola de protestas que ocasionó y que lo pusieron en jaque.

A  Lenin Moreno, con una aceptación de apenas 18 por ciento,  le ha bastado tres años de gobierno para echar por tierra todos los logros de Ecuador bajo el mandato del ex presidente Rafael Correa y volver a instaurar una política neoliberal que muchos pensaban era ya historia del pasado.

Atrás quedó la época en que Ecuador con la puesta en marcha de políticas sociales logró reducir la pobreza, el desempleo y la mortalidad infantil, pero sobre todo del afianzamiento de su soberanía e independencia por la salida de las tropas norteamericanas y organismos financieros como el Fondo Monetario Internacional.

Como bien afirmara el ex presidente Rafael Correa pasó Ecuador de ser un país que inauguraba hidroeléctricas, escuelas, hospitales y carreteras, a un país que cava fosas comunes.