Guinness cubanos: El ingenio en el torrente sanguíneo

Editado por Maria Calvo
2016-09-29 16:38:09

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por  Harold Iglesias Manresa

Miguel Matamoros, realizó 28 giras difundiendo el son, kilométrica cruzada emprendida entre 1928 y 1960, que puede considerarse como el antecedente más puntual del son más largo del mundo. Cuba, son, ingenio, Guinness. Pueden estar convencidos que quebraré récords en una nueva categoría: insomnio provocado por el cuidado de mi pequeño Enzo, pero eso está por llegar.

Ahora toca el turno de acercarnos a los Guinnes cubanos y esa capacidad nuestra para innovar, como si se tratase de una dosis extra de glóbulos rojos diluidos en el torrente sanguíneo.

Que si un parqueador de camellos en el Sahara, que si una academia de baile en el Himalaya nepalí…

Comenzaré mi travesía con el anhelo, una suerte de invocación a Ubre Blanca en los días que corren, esos en los que su heredera bolsa Coppelia frisa precios de mírame y no me toques: 2.65 cuc la bolsa de 500 gramos, y 5.60 la de un kilogramo. Quien pudiera remontarse a enero de 1982, a aquel prodigio del ordeño y los increíbles 109.5 litros del “petróleo blanquecino” en un día. Portentoso mamífero digno de ser clonado, cruzamiento de  Holstein con Cebú, bendición de mamá Natura para inscribirnos en el libro de los Récords Guinness.

Sinceramente no el único en esta categoría. De Ubre Blanca, sus mamas milagrosas y la capacidad para convertir pasto en leche volamos, a un ritmo intenso de aletear indescriptible, de la mano del supersónico y vistoso colibrí zunzuncito (mellisuga helenae) el animal con plumas más diminuto del planeta. Una miniatura multicolor que  apenas pesa dos gramos y no supera los cinco centímetros de longitud. Su frecuencia de aleteo puede alcanzar las 80 veces por segundo y lo hallamos en cualquier bosque cubano, aunque está muy presente en el territorio de la Isla de la Juventud, al Sur de nuestro archipiélago.

Volver al Son resulta cuasi obligatorio cuando de cubanía se llena el pentagrama de cotas únicas. No sé si mi cuerpo, pese a correr el baile por mis venas, estuviese preparado para danzar o rumbear durante 120 o casi 300 horas. Al menos intentaré estar apto para desandar el Son de la paternidad por el resto de mis días.

Corría el año 1997 y Cuba no podía estar ajena a una primacía musical. Y realmente poseemos dos: el son más largo del mundo, cruzada iniciada en el Salón Rosado de La Tropical por Juan Formell y Los Van Van en el contexto de la Feria Internacional Cubadisco, contagio y fusión épica de las principales orquestas de música popular bailable en nuestro país. Cinco días de baile en la capital, festejo extendido por toda la geografía nacional. Como resultado, 120 horas ininterrumpidas y huella indeleble. Respuesta desde nuestra Isla al reto anterior, en Barcelona, España, en 1996, cuando en la discoteca Antilla Cosmopolita se tocó y bailó al ritmo de la música cubana durante unas 30 horas consecutivas. Algo así como querer bailar y sonar en casa del trompo.

Esta idea tuvo otras expresiones en el Team Cuba de la Salsa y la Rumba, en este último ritmo se extendió el retumbar de las congas a 300 horas. Igualmente contamos con la canturía (dedicada a la música campesina) más larga del mundo.

Cierre maratónico a ritmo de Son, pues en el 2011 los artistas tocaron alrededor de 300 horas, pero por diversas causas se mantuvo como marca reconocida la de 1997.

Antes de caer el telón urge una parada obligatoria en La Piragua. Y si de bailar en casa del trompo hablamos, no podemos dejar de mencionar la primacía establecida en Grecia por 1 102 personas que bailaron casino en una rueda gigante durante 7:16 minutos.
Sabor agridulce dejaría en una plaza de bailadores por excelencias nuestro intento: popurrí de exactamente 14 minutos, 58 segundos y 53 centésimas que se bailó, compuesto por cuatro temas seleccionados: ("Somos diferentes" de Juan Formell, "Baila en Cuba" de Manolito Simonet, "Somos Latinos" de Adalberto Álvarez y "Me dicen Cuba", de Alexander Abreu). Solo que no pudimos superar el total de participantes, pues movieron sus pies en las inmediaciones del Malecón habanero 964 personas (482 parejas).

Cubanía, música y dominó entremezclados, entes indivisibles, taburetes mediante, una buena bocanada de humo, Loma del Chivo, Esquina de tejas, viñales o Trinidad, qué más da. Recalamos entonces, desafiando una vez más a Morfeo, en la partida de dominó más extensa jamás atestiguada: cinco días, en los que se totalizaron 105 294 tantos por parte de 630 jugadores. El escenario,  el barrio indómito de Las Flores, donde el eco de me pegué o súmense emanó caliente de una voz.

Nexos, y un habano consumiéndose, dibujando espirales perfectas en el éter, anillos de aroma sui géneris. Del otro lado, en primer plano, José Cautelar, Cueto, cubano hasta la médula, capaz de facturar otro mítico puro, este de 90 metros, en honor al 90 cumpleaños de Fidel, líder histórico de la Revolución.

Cueto y sus manos bendecidas desde que se iniciara con 14 abriles en la práctica de torcer en su natal Villa Clara, dueño además de cinco cotas anteriores: la primera data del 2001 por un puro de 11,04 metros, en 2003 (14,86 m), en 2005 (20,41 m), en 2008 (43,38 m) y en 2011 (81,80 m).

Otros caminos que convergen, Cojímar, Heminway… daiquirí. Aniversario 195 de El Floridita. Celebración que en el año 2012 conjugó los esfuerzos de 55 bármanes y otros empleados de esa institución gastronómica para menear en cocteleras el daiquirí más grande jamás degustado. Su elaboración requirió del contenido de 88 botellas de ron Havana Club, 30 kilogramos de azúcar, 30 litros de zumo de limón, 10 litros de marrasquino y 20 kilogramos de hielo, entre otros elementos. Una vez terminados los 275 litros del renombrado trago, servidos en una inmensa copa-piscina de 1.95 metros de altura, los organizadores repartieron entre los asistentes un total de 1 466 copas del refrescante cóctel.

Dos hombres providenciales, que solo necesitan un balón de fútbol para rendir el mundo a sus pies, o testa. No tienen imposibles si se habla de domesticar esféricas. Hablamos de los plusmarquistas de dominio del balón Erick Hernández (49 años) y Johen Lefont (27).

Ambos, al igual que yo, marcados por la actividad del músculo: Erick creció entre gambetas en el municipio Cerro, Lefont fue miembro incluso del equipo nacional de polo acuático. El primero posee más de 40 plusmarcas de dominio del balón —homologadas por el libro Guinnes la de más toques con la cabeza en 30 segundos (187) y un minuto (350), y en proceso de homologación la de 12:07: 05 horas golpeando la esférica únicamente con los pies—, siguiendo los pasos de su hermano y precursor de la modalidad Douglas Hernández.

Lefont en su afán de desarrollar la habilidad de controlar la esférica con su testa en el agua, dueño de tres primacías (1513 toques, 200 metros en un canal de la Marina Heminway ejerciendo su control absoluto de la redonda, y 99 golpeos con un cinturón de 15 kilogramos asido a su cintura.  

“Todos los récords no son Guinness. El proceso de homologación lo realizo a través de la Adidas. Se conforma un expediente con fotos, vídeo (si es una prueba corta), recortes de prensa, currículo de los jueces (al menos uno debe ser FIFA), aval de personalidades vinculadas al deporte y una declaración jurada con mi firma”, ahondó Erick Hernández sobre la tramitación de un tope.

Puede que Enzo no se incline por ser deportista. Me produciría un regocijo inmedible si por el contrario, se convirtiera en el mejor velocista cubano de su tiempo, capaz de rebajar los diez segundos en el hectómetro. En definitiva será lo que desee, lo que su vocación y criterio le indiquen. Su capacidad para escoger su camino en la vida será uno de sus mayores aciertos. Siempre lo veré como el recordista de mi vida. Y hablando de récords, luego de consultado el sitio oficial http://www.guinnessworldrecords.es descubrimos que la Mayor de las Antillas posee 65 marcas inscritas en disímiles categorías.

De vuelta a los Guinness, y casi en la recta final de esta travesía por los senderos de nuestra identidad recalamos en la génesis de los Guinness, y que conste que no hablo de la cerveza negra seca del tipo stout elaborada por primera vez por el cervecero Arthur Guinness en la empresa denominada St. James's Gate Brewery ubicada en la ciudad de Dublín, Irlanda. Esa Guinness se elabora desde el año 1759.

En cambio, Guinness World Records estuvo a punto de desaparecer, hasta que un día de 1951, Sir Hugh Beaver, por entonces director ejecutivo de Guinness Brewery, había salido a cazar y debatía con sus compañeros si el pájaro de caza más rápido de Europa era el chorlito dorado o el urogallo. Se le ocurrió que un libro que proporcionara la respuesta a este tipo de preguntas podría llegar a ser muy popular.

La idea de sir Hugh Beaver se convirtió en realidad cuando decidió encargarles a Norris y Ross McWhirter, que llevaban un tiempo a cargo de una compañía de investigación en Londres, que compilaran lo que se convirtió en el Libro Guinness de los récords. La primera edición se publicó el 27 de agosto de 1955, y en esa Navidad fue el número uno en la lista de los libros más vendidos en el Reino Unido.

Desde entonces, Guinness World Records se ha convertido en una marca ampliamente conocida en el ámbito de los récords mundiales. Dentro de este, el equipo de Administración de Récords se encarga del control de la exactitud, y el equipo de Administradores de Récords mantiene la veracidad de los mismos. Ambos filtros son necesarios para que un récord se acepte.

El volumen es un récord en sí mismo. Con ventas superiores a los 100 millones de ejemplares en 100 países y 37 idiomas, Guinness World Records es el libro más vendido de todos los tiempos, si no se consideran las obras exentas de derechos de reproducción, como la Biblia.

Entonces por fuerza mayor, la de un padre inexperto y ansioso, retorno a mi pequeño Enzo, a quien tampoco le faltarán lecturas y palabras sobre récords, dominó, son, rumba, salsa, naturaleza, hombres de bien, cubanía… De cada una de ellas espero beba las mejores enseñanzas, para que de una forma u otra, el ingenio también navegue en su torrente sanguíneo.

 

 

(CubaSí)



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