El sombrero de yarey, ¿quién dice que se perdió?

Editado por Pedro Manuel Otero
2017-01-26 10:20:40

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Foto/Jorge Luis Sánchez

Por Guadalupe Yaujar Díaz

De anchas alas, fresco, barato y de fácil confección, el sombrero de yarey usado en Cuba rompe en la actualidad con los cánones que le preceden y se impone en el paisaje urbano con toda su versatilidad.

Desde siempre fue empleado por los campesinos de la Isla para protegerse del fuerte sol en las labores del campo; y en la manigua los mambises llevaron ese sombrero con una diferencia: el ala frontal virada hacia arriba y en este sitio una escarapela con la bandera cubana.

Si bien es difícil saber quién fabricó el primero y menos de conocer su primer portador, con tales antecedentes podría considerarse que se trata del sombrero nacional de los cubanos.

Estamos hablando del yarey, una fibra que procede de una planta de la familia de las palmas, con el tronco delgado y corto y hojas plegadas, sin espinas, cuyos hilos se emplean para tejer sombreros, según la definición encontrada en el diccionario de la Real Academia de la Lengua española.

Por demás, en la búsqueda de otros atributos, encontramos que el destacado escritor cubano Cirilo Villaverde narró la historia de “La tejedora del sombrero de yarey” y otro compatriota, el músico Ernesto Lecuona le escribió una ópera.

No escapa tampoco la presencia en las tradiciones. Tal es el caso del panteón afrocubano de los orishas, donde se encuentra Echu Jano, uno de sus elementos característicos es que porta un sombrero de yarey.

Pero lo cierto es cómo tan valiosa y socorrida prenda es llevada hoy por cubanos y foráneos con desenfado, esnobismo o suvenires e incluido hasta por diseñadores de modas en sus catálogos.

Podemos ver un joven, sin distinción de sexo, que va por La Rampa y lo exhibe como parte de su atuendo sin renunciar a conectarse al celular que lo acompaña, parte inseparable de los intempestivos internautas visitantes perennes en la más céntrica zona capitalina.

O que decir de los turistas que desde que llegan lo buscan, a lo largo de nuestro país. Oh, maravilloso trofeo que les apaga el fuego del sol de la isla y de paso les servirá de recuerdo a su regreso.

Son ellos, quizás, los mejores exponentes cuando pasean en los alquilados autos antiguos descapotables apropiados de esta pieza que marca cubanía y “buena onda”.

Y en medio de los vaivenes aeroportuarios y de crucerismo, no quedan exentos aquellos que abandonaron nuestro país o regresan con frecuencia, el sombrerito de yarey los marca como un cuño indeleble de su tránsito por la Mayor de las Antillas.

En fin de cuentas ¿y qué es el sombrero de yarey sino un símbolo de Cuba, dentro o fuera de la Isla?

Bienvenido entonces esta fiel y perdurable prenda, de disímiles y libres formatos y cuyos precios en el mercado oscila cada día, que sin olvidar su tradición da vida también a artesanos estatales y privados.

Entonces, ¿Quién dice que se perdió el sombrero de yarey?



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