Por: Roberto Morejón

Si en la constitución de la novena legislatura del parlamento se destacó la continuidad de la Revolución Cubana ante un cambio cardinal en la composición del máximo poder del Estado, en los desfiles por el primero de mayo los ciudadanos reafirmaron ese enlace.

Plazas y avenidas de las ciudades acogieron a millones de cubanos en demostraciones compactas y coloridas de entusiasmo así como de compromiso con el presente y el futuro del país.

La alegría y el espíritu revolucionario de todas las generaciones prevalecieron en los diversos confines del archipiélago caribeño.

Como señalara el dirigente obrero Ulises Guilarte de Nacimiento, el Día Internacional del Proletariado se transformó en un escenario de homenaje al líder histórico Fidel Castro.

Los masivos actos representaron un respaldo a la nueva dirección del Estado y el gobierno y al líder de la generación histórica que entrega la antorcha guía, Raúl Castro.

Raúl, como sencillamente lo llaman sus compatriotas, permanece como Primer Secretario del Partido Comunista porque fue elegido por el último congreso de la agrupación rectora de la sociedad y sigue siendo un soldado a disposición de las mejores causas.

Su presencia en la Plaza de la Revolución junto al presidente de los Consejos de Estado y de Ministros Miguel Díaz-Canel, electo durante la instalación de la novena legislatura del parlamento, constituyó un símbolo de la secuencia del proyecto social, resaltado por los miles de manifestantes.

Entre ellos sobresalieron 50 mil estudiantes, jóvenes trabajadores y militares que cerraron el desfile en La Habana.  A pesar de su repetición cada primero de mayo, no deja de asombrar a los invitados extranjeros la afluencia de tantas personas, organizadas y combativas, exclamando consignas sobre la necesidad de continuar la lucha y borrar insuficiencias internas.

La unidad de los cubanos es determinante ante las ofensivas de la reacción internacional. La coyuntura global es peligrosa para los gobiernos progresistas por la prepotencia de la conservadora administración estadounidense y la beligerancia de los partidos de derecha, sobre todo en América Latina.

Como se puso de relieve en la Cumbre de las Américas en Perú, las fuerzas más oscuras del continente toman a Cuba como blanco de sus diatribas.

También en Nicaragua y Venezuela tratan de poner fin por cualquier vía a experiencias de justicia social.

Los cubanos toman nota de esa conspiración y fortalecen la cohesión, como se apreció el primero de mayo.

Continuidad y unidad se dibujan como estandartes ante desafíos externos y NO pocos internos, pues queda mucho por hacer para avanzar hacia la prosperidad y el bienestar.