Golpistas y mercenarios hablan el mismo idioma

Editado por Maite González Martínez
2020-01-22 07:55:35

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Imagen ilustrativa. (Foto/archivo)

Por: Roberto Morejón

La autoproclamada presidenta de Bolivia, Jeanine Áñez, hizo un alto en la verificación del acoso a colaboradores de Evo Morales, para recibir a una contrarrevolucionaria cubana, de residencia habitual en Miami, empeñada en ganar ribetes mediáticos.

La oscura legisladora boliviana traída por los golpistas que revirtieron el popular gobierno del presidente Evo Morales recibió en La Paz, con pompa ridícula, a la asalariada del Departamento norteamericano de Estado, Rosa Payá.

Se trata de una persona sin arraigo en la nación caribeña, fabricada artificialmente por la extrema derecha de la emigración de origen cubano y Estados Unidos.

El objetivo es hacer creer sobre la supuesta existencia de una oposición en la mayor de las Antillas.

Para calzar ese propósito se prestó la señora Áñez, quien aduce poseer rasgos nórdicos, a la cabeza de un gobierno de facto repudiado mayoritariamente por los bolivianos.

Los asaltantes del poder en el país sudamericano reprimen indígenas y movimientos sociales contrarios a la asonada de noviembre último.

La mercenaria a la que nos referimos viajó a La Paz para buscar “realce” de un régimen empeñado en diezmar mediante causas judiciales inventadas a funcionarios del gobierno depuesto.

Las autoridades comandadas por la estadista autopropulsada no defienden la autodeterminación y el respeto por la soberanía nacional.

Porque sabía de la complacencia de la administración Trump, la Áñez instruyó la persecución de médicos cubanos que por acuerdo con el presidente depuesto cumplieron abnegada y fructífera labor asistencial en Bolivia.

El país sudamericano está regido hoy, lamentablemente, por quienes ordenan acosar a misiones diplomáticas extranjeras y fantasean cargos de sedición contra Evo.

Democracia en Bolivia NO hay aunque lo afirme el secretario norteamericano de Estado, Mike Pompeo.

La señora sentada alevosamente en la silla presidencial firmó órdenes en política exterior para colocar a Bolivia entre los países más dóciles a los exabruptos de Donald Trump, sin tener legitimidad para hacerlo.

Con tal interlocutora fue a conversar la mercenaria cubana, quien posiblemente viajó con los gastos pagados por la USAID, Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional.

Esa entidad, fachada de la CIA, tiene en su nómina a la flamante invitada.

Como señalara en la red social Twitter el director general para el área sudamericana de la cancillería cubana, Eugenio Rodríguez, “la presidenta de facto de Bolivia ingresa al minúsculo club de autoridades de América Latina que recibe, tras presiones de Estados Unidos, a los incluidos en la nómina de la USAID para derrocar al gobierno popular de Cuba”.



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