Señales inquietantes

Editado por Maite González Martínez
2021-03-19 07:11:32

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abc.es

Por: Guillermo Alvarado

Todavía estamos inmersos en la etapa más compleja de la pandemia de covid-19, que ha causado en poco más de un año casi 122 millones de infectados y 2,68 millones de fallecidos, y ya hay indicios preocupantes de que el mundo que nos espera tras la crisis no será para nada mejor que antes.

Las potencias occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, mostraron su rostro más egoísta en el tema de las vacunas contra esta enfermedad y en las últimas horas acentuaron su desmedida ambición por la hegemonía en un planeta herido, que no necesita nuevas preocupaciones.

Digo esto por el incremento de las tensiones entre Washington y Moscú, luego de que el presidente Joe Biden, al mejor estilo de su antecesor Donald Trump y en un gesto totalmente impropio de su investidura, lanzó graves insultos contra su homólogo ruso, Vladimir Putin.

Se trató de un ataque personal, reñido con las buenas costumbres, con las normas más elementales de la diplomacia y de las relaciones internacionales, que traerá consecuencias, sin duda alguna.

Un despacho de la agencia Prensa Latina informa que numerosas personalidades expresaron su desacuerdo con los improperios de Biden, entre ellas el vicepresidente del Consejo de la Federación, Konstantin Kosachev.

 Como se conoce, en una entrevista el jefe de la Casa Blanca respondió que sí cuando un periodista le preguntó si creía que el presidente Putin es un asesino.

“Tales declaraciones son inaceptables bajo cualquier circunstancia e inevitablemente exacerban drásticamente nuestras relaciones bilaterales”, escribió Kosachev.

Pero no es lo único que ha ocurrido en estos días en el enredado ajedrez de las relaciones a nivel global.

Recientemente el primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, sorprendió a todos cuando afirmó que pretende incrementar en 40 por ciento su arsenal nuclear, lo que podría desatar una nueva carrera armamentista.

El hecho es que las bombas atómicas no son una colección de objetos curiosos, pero inertes. Se les tiene porque hay la intención de utilizarlas en algún momento, sea cual sea la causa.

La gran pregunta entonces es ¿a quién tiene en mente Johnson como eventual blanco de sus renovados pertrechos de destrucción masiva?

Sabido es que una vez desatada una guerra nuclear no hay vencedores, porque toda la humanidad quedará derrotada, puede ser que para siempre.

Resulta lamentable que cuando hay tanto de qué preocuparse por la pandemia, algunos líderes de potencias occidentales se dediquen a recalentar el ambiente con lenguaje impropio o amenazas no tan sutiles. 



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