Un Partido vigoroso y un pueblo luchador

Editado por Lorena Viñas Rodríguez
2021-04-20 07:55:37

Pinterest
Telegram
Linkedin
WhatsApp

Octavo Congreso del PCC

Por: Roberto Morejón

Para los cubanos, el 8vo. Congreso del Partido Comunista está lejos de representar un hito solo por el relevo en la dirección, como han querido dibujarlo en Occidente.

Para varios órganos de comunicación el foro de los militantes de la mayor de las Antillas solo tenía interés en el cambio en la dirección del partido vanguardia.

Si bien nadie niega la importancia que revistió el último eslabón de una cadena tejida por la dirección histórica de la Revolución para pasar la antorcha a una nueva generación, el congreso del Partido implicó mucho más.

De ahí que los cubanos escucharan testimonios sobre afianzamientos y recuentos, historia y porvenir, seguridades y críticas.

Y también sobre certezas de continuar el socialismo, con los pies en tierra, con reconocimiento del mercado y cómo regularlo, con el complemento de las distintas modalidades de gestión para enfilar hacia el aun no resuelto bienestar colectivo.

Una figura histórica, Raúl Castro, dejó la responsabilidad de Primer Secretario, y su relevo, el presidente de la República, Miguel Díaz-Canel, no surgió de la improvisación.

Junto a Raúl Castro ceden espacio nominal, pero no simbólico, otros dirigentes.

El Partido no queda cual si fuera telón de fondo sino como plataforma insustituible para trabajar y por el vínculo con las masas.

El Partido Comunista de Cuba presenta ahora una nueva dirección, pero el traspaso no fue traumático, como ansían adversarios de este proyecto social.

Ellos aspiran al caos aquí, para recuperar espacios por los que pugnan mediante el bloqueo y otras campañas abyectas.

Pero en Cuba persiste la paz, aunque  nadie niega la inquietud ante bienes y servicios escasos, a causa del asedio estadounidense, el impacto de la pandemia e insuficiencias nativas.

En ese sosiego transcurrió el octavo congreso, para propiciar criterios acerca de lo que se hizo bien o mal y deberá alistarse mejor.

La institucionalidad en Cuba no es ficticia como desean antagonistas, de ahí que el octavo Congreso del Partido, más allá del relevo generacional, ganó nuevo aliento para los tiempos embarazosos inmediatos.

Como preconizó el espíritu del foro, las generalidades del trabajo son para los militantes, pero nada harían ellos sin el concurso de la población.

Cuba se abre como un gran escenario de laboriosidad, tenaz enfrentamiento a no pocas dificultades y carencias, pero con un Partido vigoroso, porque la unidad y la continuidad son tangibles.



Comentarios


Deja un comentario
Todos los campos son requeridos
No será publicado
captcha challenge
up