Odiosa historia

Editado por Maite González
2021-09-18 06:40:25

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Prensa Latina

Por: Guillermo Alvarado

Se reúnen este sábado en México los países miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC, una entidad creada para que las naciones de nuestra región pudiesen abordar su situación, expresar sus ideas y buscar soluciones sin la tutela de ninguna potencia continental.

Como se ha recordado en estos días, la CELAC es un organismo diametralmente opuesto a la desprestigiada Organización de Estados Americanos, OEA, cuya existencia y futuro están en la agenda que jefes de Estado y de Gobierno y altos representantes discuten durante la jornada.

En mi opinión bastante tiempo ha durado ya el también conocido como ministerio de Colonias de Washington, apelativo que refleja muy bien el carácter subordinado de ese organismo continental, fundado el 30 de abril de 1948 como una extensión de la política exterior estadounidense.

La historia de la OEA está salpicada de contradicciones, falsedades, traiciones y omisiones respecto a su presunto objetivo original, velar por unas buenas relaciones y un trato justo entre el norte, centro, caribe y sur de América.

No habían pasado muchos años y mostró su verdadero rostro cuando, en 1954, no vio, no escuchó y no dijo nada sobre la invasión en Guatemala y el asesinato de la “Primavera de la Libertad”, la Revolución de 1944.

Poco después, en cambio, expulsó a uno de sus miembros, Cuba, justamente por defender su libertad, soberanía e independencia, conquistadas el 1 de enero de 1959 y escoger su propio modelo político y social a seguir.

Sólo estos dos actos bastarían para demostrar a quién responde y cuáles son sus verdaderos propósitos, pero su odiosa historia apenas comenzaba.

República Dominicana y Granada fueron agredidas por Estados Unidos, ante el oprobioso silencio de la OEA, que también calló cuando el golpe de Estado en Chile, que costó la vida al presidente Salvador Allende e instaló la sangrienta dictadura de Augusto Pinochet.

El mutismo se extendió a las asonadas en Brasil, Uruguay y Argentina y permaneció durante el Plan Cóndor, una transnacional del crimen sostenida desde Washington que secuestró, torturó y asesinó a miles de personas.

El genocidio del pueblo indígena en Guatemala, la guerra sucia contra la Revolución de Nicaragua, la invasión a Panamá, los ataques contra la democracia en Brasil y Paraguay y la promoción del golpe contra Evo Morales en Bolivia, forman parte de las acciones y omisiones de la OEA.

Demasiado tiempo, demasiada infamia y demasiada entrega a los intereses geopolíticos de Estados Unidos, deben llegar a su final. No hay mal que dure cien años, ni enfermo que lo resista. 



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