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Por: Roberto Morejón
En momentos en que los BRICS afianzan su papel geopolítico y económico, llamativo y necesario, transcurrió la decimoséptima cumbre, en Río de Janeiro.
Bajo la presidencia de Brasil, la ciudad carioca acogió la cita cimera de uno de los principales bloques del Sur global, con intenciones de hacer cambios en el injusto orden internacional.
Nacido en su primera cumbre en Rusia en 2009, el grupo intergubernamental sumó adhesiones desde los cinco miembros fundadores, Brasil, India, China, Rusia y Sudáfrica, para luego incorporar igual cifra en 2024, y más tarde Indonesia.
Además de los 11 miembros, otros 10 sostienen el estatus de Estados socios, para presentar un mosaico heterogéneo, pero sugerente en el convulso panorama internacional.
Se entiende entonces que la ampliación de los BRICS como espacio de cooperación y diálogo llamara la atención de numerosos Estados, hoy candidatos a ingresar.
Ellos valoran que los integrantes abordan temas tan cardinales como propuestas de uso de monedas locales, cooperación entre los bancos centrales y facilitar el comercio agrícola.
Nada que ver con un escuadrón dirigido a confrontar a Occidente, pero sí propenso a cambios, como la creación de un nuevo orden multipolar, de ahí que el presidente estadounidense, Donald Trump, enfilara sus dardos contra los BRICS.
No por casualidad son determinantes las conversaciones en ese mecanismo para adoptar posiciones ante el reto representado por la guerra arancelaria dictada por Trump.
En esa arista, se subraya la importancia de los debates en la cumbre de Río acerca de la facilitación del comercio, aunque se colocaron otros asuntos de interés en la agenda.
Ahí resaltaron el cambio climático, la digitalización, la inteligencia artificial y la cooperación en la salud, en momentos en que a Brasil le resulta prudente regularizar alianzas para enfrentar enfermedades tropicales, eludidas por las transnacionales farmacéuticas.
Por supuesto, los derroteros económicos no están ajenos al vacilante escenario del planeta, con al menos tres conflictos de guerra, Ucrania, Irán-Israel y Gaza.
No se trata de hallar unanimidad en tales aspectos tan controvertidos, pero los BRICS escudriñan consensos hacia asuntos de mayores coincidencias, sin dejar de abogar por soluciones diplomáticas para los conflictos.
De manera que el bloque atrae la atención mundial en un año en el que Brasil ostenta por cuarta vez la presidencia rotativa, a sabiendas de la visión progresista de su líder, Luiz Inacio Lula Da Silva.