Ciro Redondo, a 60 años de su caída en combate

Editado por Martha Ríos
2017-11-28 12:45:23

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La temprana muerte de Ciro Redondo García no le permitió ver el triunfo revolucionario. Foto: Juventud Rebelde

Por Martha Gómez Ferrals

El 29 de noviembre de 1957, hace 60 años, cayó en combate a la edad de 26 el capitán del Ejército Rebelde Ciro Redondo García, en la zona montañosa llamada Mar Verde, en la Sierra Maestra (oriente de Cuba).

Una bala en la cabeza segó la vida del joven artemiseño, quien nació el nueve de diciembre de 1931 e integró parte de las fuerzas combativas que desde su pueblo natal, situado en las cercanías de La Habana, al occidente del país, fueron a reforzar a la legión de combatientes que asaltarían el cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo, el 26 de julio de 1953.

Acciones fracasadas desde el punto de vista militar, pero devenidas en la carga moral necesaria para echar a andar el motor de la Revolución que vendría con Fidel Castro al frente.

En su libro 'Por las faldas del Turquino', el Comandante Juan Almeida Bosque relató sobre el reporte que el Che Guevara hiciera a Fidel informándole sobre la heroica caída en combate de Ciro, y su solicitud de que se le hiciera el ascenso póstumo a Comandante.

Almeida recordó el gran coraje de Ciro Redondo cuando desde la altura de su corta edad, hecho prisionero tras los sucesos del Moncada y el cuartel Carlos Manuel de Céspedes, en el juicio denunció valientemente el asesinato de su compañero Marcos Martí, ultimado cobardemente con el pretexto de no haber levantado las dos manos, solo una, cuando se le ordenó.

Realmente los esbirros de Batista tenían órdenes de matarlos a todos, así es que entonces Ciro sobrevivió de puro milagro. Cumplió prisión junto al grupo de asaltantes sobrevivientes y al ser liberado dos años más tarde por la amnistía, marchó al exilio más convencido que nunca de continuar hasta el final, junto al líder del movimiento 26 de Julio, la lucha por la liberación de su Patria.

Llegó a la Isla como parte de la expedición del yate Granma el dos de diciembre de 1956, tras un azaroso y riesgoso viaje iniciado en México el 25 de noviembre de ese año, organizado y dirigido por Fidel.

El objetivo de la tropa, integrada por 82 combatientes, atacada, prácticamente masacrada y dispersada casi en su mayoría después, era internarse en la Sierra Maestra e iniciar la guerra de guerrillas.

Así nació el Ejército Rebelde, del cual Ciro formara parte, tras sobrevivir a los combates iniciales de Alegría de Pío, el cinco de diciembre de 1956. Junto al grupo nucleado en torno a Raúl Castro, se unió pocos días después a Fidel, quien con su carga de optimismo no desmayó en el empeño liberador y juró garantizar la futura victoria mirando a sus todavía muy menguadas fuerzas.

La historia y la vida enseñó que el optimismo del líder revolucionario no era irracional. Ciro alcanzó el grado de capitán, pero se cumplió su ascenso póstumo a Comandante, tal como lo solicitara su Jefe. Sus innegables méritos avalaron tal decisión.

Cuando murió, el Ejército Rebelde libraba combates en los cuales ya sobresalía Camilo Cienfuegos como estratega y su propia contribución al parecer modesta en Mar Verde formaba parte del fortalecimiento que iba ganando palmo a palmo la lucha en las montañas desde los escenarios del enfrentamiento militar.

Se empezaban a crear las condiciones de lo que sería en el verano de 1958 la ofensiva final de los rebeldes, que extendería la guerra liberadora a todo el país y llevaría al triunfo de la Revolución el Primero de Enero de 1959.

El Che narró cómo el combate en el cual tomaba parte estaba prácticamente ganado y tenían acorralado al temible sicario Sánchez Mosquera, cuando de manera sorpresiva arribaron refuerzos batistianos que dieron un giro a la situación. Entonces Ciro perdió la vida peleando con singular heroísmo hasta el último momento.

El valiente capitán hizo la primera enseñanza en una escuela particular y luego obtuvo instrucción, en la cual se graduó de  mecanografía y teneduría de libros. Ya como trabajador de la tienda de La Casa Cabrera, lo sorprende el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952.

Desde el aciago acontecimiento inició su participación en la lucha contra el régimen, de ahí su vínculo con lo mejor de la juventud que lo rodeaba desde el punto de vista patriótico. Confió en la dirección y en el combate impostergable por la justicia social y contra la represión batistiana.

La temprana muerte de Ciro Redondo García no le permitió ver la victoria de la causa en la que participaba, pero en la cual él confiaba, con o sin su presencia. El hecho inmortalizó aún más su noble paso por la vida y lo incluyó en la legión de héroes de la Patria y del pueblo, quien lo recuerda agradecido.

(Tomado de la ACN)

 



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