Cuba es un símbolo, Cuba tiene una historia grande

Editado por Maria Calvo
2022-07-21 06:40:51

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El Papa Francisco y Raúl Castro

Para los enemigos de la isla mayor del Caribe nada cómodas fueron las respuestas que diera el Papa Francisco en una entrevista reciente concedida a la televisora estadounidense Univisión: «Cuba es un símbolo, Cuba tiene una historia grande».

Manifestó, además, que sintió alegría cuando se inició un proceso inédito de acercamiento en las relaciones con Estados Unidos, el 17 de diciembre de 2014.

Con la acostumbrada saña que la caracteriza, la ultraderecha cubana radicada en ee. uu.; y sus adláteres en varios países, la emprendieron de inmediato contra el Sumo Pontífice.

Expresiones específicas los llevaron al paroxismo de la rabia, como cuando el Papa expresó: «Yo quiero mucho al pueblo cubano. Tuve buenas relaciones humanas con gente cubana y también, lo confieso, con Raúl Castro tengo una relación humana».

Medios de prensa de Miami se propusieron hacer creer que tales afirmaciones despiertan descontento en el «pueblo cubano» y en la comunidad internacional. Lo acusaron, incluso, basados en su particular opinión sobre el tema, de traicionar a los habitantes de la Isla, de «escandalizar» a los cristianos e «irrespetar» a la Iglesia.

Congresistas republicanos de origen cubano dijeron sentir una «profunda decepción» por el hecho de que el Papa no haya condenado los «atroces abusos del régimen castrista» ni que se haya solidarizado con «las demandas de libertad del pueblo cubano», según refiere Los Ángeles Times.

Tamara Taraciuk, directora interina de Human Rights Watch para las Américas, criticó la postura del Santo Padre en relación con Cuba, y se atrevió a emplazarlo para que desempeñe «un rol importante» en temas de derechos humanos.

No es la primera vez que la ultraderecha la emprende contra Francisco. Los católicos más conservadores lo vieron siempre como un Papa «demasiado cercano a los pobres», y algunos hasta lo acuñaron de comunista, como si estar al lado de los desposeídos no fuera uno de los ejes centrales de la doctrina cristiana.

El coro de las furias al servicio de las campañas de descrédito contra la Mayor de las Antillas llegó, incluso, en su acostumbrado despliegue de ignorancia, mal gusto y falta de ética, a referirse al «peligro» que significa el pronunciamiento del Santo Padre, desde el punto de vista de su infalibilidad.

En la teología de la Iglesia católica, la infalibilidad pontificia constituye un dogma, declarado en 1870, en el Concilio Vaticano i. El Papa está preservado de cometer un error cuando él promulga a la Iglesia una enseñanza dogmática en temas de fe y moral, bajo el rango de «solemne definición pontificia» o declaración ex cathedra.

Como se considera una verdad de fe, ninguna discusión se permite dentro de la Iglesia católica y se debe acatar y obedecer incondicionalmente.

En su declaración, el Santo Padre no hizo una manifestación ex cathedra; la idea solo puede ser fruto de la mentalidad de un grupo de odiadores. Lo que hizo el Vicario de Cristo fue mostrar, como ser humano, su amor y amistad a los cubanos, un pueblo que lo acogió con inmenso cariño cuando visitó nuestro archipiélago.

El Papa Francisco diría –como hizo en una oportunidad Juan XXIII, ante los estudiantes del Pontificio Colegio Griego– «Ío non sono infallibile, solo soy infalible cuando defino ex cathedra, pero nunca lo haré».

La ultraderecha radicada en Miami no le «perdona» al Sumo Pontífice su reunión, cuando visitó Cuba en 2015, con el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro Ruz; le reprochan que, en 1998, cuando era arzobispo de Buenos Aires, Argentina, escribió un libro titulado Diálogos entre Juan Pablo ii y Fidel Castro, en el cual abogaba por el acercamiento con el Gobierno de la ínsula.

Así como «no le perdonan» sus criterios respecto a Cuba, los conservadores tampoco toleran de Francisco su posición a favor de la paz, su apoyo a la legalización de la unión civil entre personas del mismo sexo, su defensa del multilateralismo y la necesidad de una reforma de la onu, dicho sin ambages en sus discursos en las Naciones Unidas, así como en Fratelli tutti.

En Cuba, sus palabras fueron acogidas como las de un amigo consecuente con sus doctrinas y su fe.(Tomado del diario Granma)

 



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