El Ártico, ¿escenario de confrontación internacional?

Editado por Bárbara Gómez
2022-09-15 16:26:52

Pinterest
Telegram
Linkedin
WhatsApp

 

Exploraciones marinas en el Ártico. Foto: DPA

A raíz del conflicto entre Rusia y Ucrania y la crisis energética en Europa, sale nuevamente a relucir un tema que se ha manejado con recelo durante algún tiempo entre los analistas de política internacional: una posible confrontación en (por) la región del Ártico; una zona que esconde valiosos recursos energéticos bajo sus heladas aguas y desde donde se miran frente a frente algunas de las naciones más poderosas del planeta.

Como consecuencia del cambio climático, los hielos boreales están desapareciendo a una velocidad abrumadora. Surgen entonces en el Ártico, en el Polo Norte de la Tierra, nuevas rutas de navegación y la posibilidad de explotar las que podrían ser las mayores reservas vírgenes de petróleo y gas en el mundo.

Años atrás, los científicos aseguraban que el cambio climático podría dejar el Polo Norte sin hielo veraniego hacia el 2100. Ahora, hay estudios que pronostican que este fenómeno ocurrirá entre el 2030 y el 2040.

Según los cálculos del U.S. Geological Survey, se estima que más del 20% de las reservas de hidrocarburos del mundo que faltan por descubrir se encuentran en los fondos marinos del Ártico.

El Círculo Polar Ártico puede contener unos 160 mil millones de barriles de petróleo y un 30% de gas natural sin descubrir, según estimaciones del propio centro.

Por otra parte, se predice que para el 2040 podríamos navegar a través del Ártico, no bordeándolo. Las nuevas rutas acortarían más de un 30% de las tradicionales vías para ir desde Europa y América hasta Asia, y viceversa.

Se predice que para el 2040 podríamos navegar a través del Ártico, no bordeándolo. Las nuevas rutas acortarían más de un 30% de las tradicionales vías para ir desde Europa y América hasta Asia, y viceversa. Foto: Revista Nature

Al ser el Ártico una zona mayoritariamente de agua, no existe un tratado internacional que la proteja del desarrollo económico, como en el caso de la Antártida, en el Polo Sur, que está protegida de toda actividad económica y militar por un tratado firmado en 1959. Son 14 millones de kilómetros cuadrados que han estado libres de intervención, hasta ahora.

El calentamiento global ha derretido parte de la región más al Norte del mundo, lo que facilita la perforación, exploración y extracción de recursos.

La única norma vigente que podría determinar las relaciones internacionales en el Ártico es la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982, la cual permite a los países ribereños reclamar una zona económica por encima de las 200 millas náuticas (370 kilómetros) que corresponden a sus aguas territoriales. Esta cifra pudiera elevarse hasta las 350 millas si su plataforma continental se prolonga más allá de esos límites.

Existe un Consejo Ártico conformado por los cinco países ribereños —Rusia, Canadá, Estados Unidos, Dinamarca y Noruega—, más Islandia, Suecia y Finlandia, que no tienen costas implicadas. Otros estados europeos y asiáticos son miembros observadores, incluido China.

Este organismo no tiene capacidad normativa ni regulatoria y su único fin es promover la cooperación, coordinación e interacción entre los estados cercanos al Ártico. Sin embargo, cada uno de los países involucrados en el Consejo esgrime derechos sobre los fondos marinos y sus recursos.

La zona se ha convertido en región estratégica, y varios son los ejemplos que corroboran esta afirmación.

La Administración de Joe Biden anunció en el mes de agosto que se disponía a crear un nuevo cargo de Embajador de Asuntos Especiales para el Ártico. Según comunicó el Departamento de Estado, el puesto sería establecido para promover los intereses estadounidenses en la región que califican como “pacífica, estable, próspera y cooperativa” y que “tiene una importancia estratégica vital para Estados Unidos”.

La medida aún requiere la aprobación del Senado pero pretende que el Embajador de Asuntos Especiales avance en el Ártico las políticas de EE.UU., interactúe con las contrapartes de naciones tanto árticas como no árticas y con grupos indígenas, y colabore estrechamente con los actores domésticos.

Se conoció anteriormente que Washington tiene la intención de invertir miles de millones de dólares en instalaciones militares del Ártico, según reveló el periódico danés Berlingske citando un informe clasificado de un regulador estadounidense.

Entre los destinos de las inversiones figura la base aérea de Thule, ubicada en el noroeste de Groenlandia (Dinamarca), a fin de renovar su infraestructura, de acuerdo con un comunicado de la Fuerza Aérea de EE.UU. enviado al diario a través de la embajada estadounidense en Copenhague.

El 8 de junio último, siete de los miembros del Consejo Ártico tomaron la decisión de funcionar a escala limitada, es decir, sin Rusia. Al día siguiente, el embajador de Moscú en Washington, Anatoli Antónov, manifestó que “es imposible” resolver los asuntos árticos sin la presencia de su país en dicho organismo.

El embajador en Misión Especial del Ministerio de Asuntos Exteriores del país euroasiático y presidente del Comité Superior del Consejo Ártico, Nikolái Korchunov, había subrayado antes que se observaba un aumento de la actividad militar de la OTAN en el Ártico y que esto era “motivo de preocupación” para Rusia. Apuntó, además, que a raíz de estos movimientos militares surgían “riesgos de incidentes involuntarios que, además de los riesgos de seguridad, pueden causar graves daños al frágil ecosistema del Ártico”.

Debido al derretimiento de los hielos boreales surgen nuevas rutas de navegación y la posibilidad de explotar las que podrían ser las mayores reservas vírgenes de petróleo y gas en el mundo. Foto: Sputnik

La reacción de la OTAN a esta declaración no se hizo esperar. “El aumento del interés en el Ártico por parte de Rusia y China requiere de medidas más activas en la región de parte de la Alianza Atlántica”, dijo el secretario general de la organización, Jens Stoltenberg, en una entrevista con un medio europeo.

“La OTAN debe aumentar su presencia en el Ártico”, agregó Stoltenberg y adelantó que la alianza ya está invirtiendo en fuerzas de reconocimiento marítimo “para poder tener una imagen clara de lo que ocurre en el extremo norte”.

Además de que el Ártico se hace más importante para la navegación debido al calentamiento global y el deshielo, es de “gran importancia estratégica” para la OTAN al ser un “vínculo crucial entre América del Norte y Europa”, indicó claramente Stoltenberg, quien también recordó que se trata de “la distancia más corta entre América del Norte y Rusia”.

En respuesta a las declaraciones de Stoltenberg, el portavoz del presidente ruso, Dmitri Peskov, señaló que Moscú percibe ese tipo de comentarios como “la intención de hacer frente a Rusia y a los intereses rusos en el Ártico” y recalcó que “Rusia va a asegurar sus intereses con firmeza y de la forma necesaria”.

Peskov agregó que el Ártico es para Rusia “una zona de actividad económica” en la que emprender actividades “para garantizar la seguridad” nacional. Subrayó que la cooperación con otros países, incluido China, va dirigida “únicamente al posterior desarrollo de la zona ártica”, por lo que “no plantea y no puede suponer una amenaza para ningún otro país o alianza”.

Mientras, China ha mostrado interés por explotar los recursos naturales en la zona y establecer una “Ruta de la Seda polar” que le facilitaría rutas marítimas más cortas hacia Europa.

¿Qué sucederá? Expertos creen que los involucrados en el Consejo Ártico pudieran llegar a enfrentarse entre sí por el dominio de este territorio y sus recursos. ¿Será el escenario de una nueva confrontación internacional? Quizás es pronto para asegurarlo. Pero, parece ser que la guerra de posiciones ya ha empezado.

 El Ártico y el cambio climático:

El Ártico es fundamental para el clima del planeta, puesto que funciona como un escudo que refleja cerca del 80% de la energía solar que llega a esa zona. Cuando la capa de hielo se derrite, el océano que está bajo ella absorbe el 90% de esa energía y se calienta. Así, el hielo del Ártico sirve como refrigerador de la Tierra al enfriarla.

El problema es que la extensión, el área y el volumen del Ártico han disminuido de manera significativa durante los últimos 30 años. Las estimaciones iniciales de científicos del Panel Internacional de Cambio Climático preveían que el Polo Norte tendría un verano sin hielo en unos 70 años, pero el aceleramiento de los últimos años hace pensar que para el 2030 ya podría haber un verano sin hielo.

Esta situación implicaría una mayor carga de energía en el Ártico al liberar el metano que actualmente está bajo las capas heladas en Siberia, Groenlandia y otros puntos del círculo polar. El metano es uno de los más potentes gases que provocan el efecto de invernadero, lo que generaría un ciclo de mayor calentamiento global.(Fuente: Revista Nature).



Comentarios


Deja un comentario
Todos los campos son requeridos
No será publicado
captcha challenge
up