Camilo en el corazón y la obra del pueblo

Editado por Martha Ríos
2016-02-06 09:06:09

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Valor, sentido del deber y honradez caracterizaron a Camilo Cienfuegos. Foto de archivo

Por Ángel Rodríguez Álvarez

El Comandante Camilo Cienfuegos cumplirá este 6 de febrero 84 años. Dicho así, en presente, pues no puede ser de otro modo, cuando su presencia se conserva viva en el seno del pueblo cubano, de donde surgió.

Y es que en poco más de tres años de participación en la vida pública del país, el joven y audaz guerrillero dejó una profunda e impresionante huella en la historia más reciente de la lucha por la liberación nacional.

Camilo, es evidente, supo empinarse, como pedía Mariana Grajales a sus hijos, y así, desde sencillo y típico muchacho de barrio y familia humilde, realizó hazañas extraordinarias, de esas con las que todo joven sueña y teje sus más hermosas fantasías.

Y lo hizo con la naturalidad de los héroes genuinos, una razón más para calar profundo en el corazón de sus compatriotas, quienes le descubrieron el alma pura y noble de los buenos, de los elegidos.

El riguroso entrenamiento en México, la expedición del yate Granma, los azarosos primeros tiempos de la Sierra Maestra, las audaces operaciones en el llano, la invasión a Occidente, la toma y liberación de Yaguajay, y la firmeza y lealtad para enfrentar a traidores y enemigos, lo forjaron como combatiente y jefe capaz.

Esa intensa entrega a la causa revolucionaria le ofreció también la oportunidad de poner de manifiesto sus excepcionales dotes personales y virtudes humanas.

Talento, valor, sentido del deber, honradez, apego a los principios épicos y morales, identidad clasista  y  de solidaridad, se encuentran entre sus cualidades, pocas veces presentes en un mismo individuo, y hacen de él un ser humano extraordinario.

Con esa capacidad reconocida para penetrar en la esencia de las cosas y los hombres,  Fidel le conoció la fibra y sin vacilación lo envió, el primero, a dominar el Llano,  y más tarde a reeditar la epopeya invasora de 1895, persuadido de que con él iba la Revolución.

En el ¿ Voy bien Camilo ? de aquel memorable ocho de enero de 1959, estaba contenida toda la simpatía y confianza acumuladas desde los iniciales e inciertos días de la Sierra Maestra.

El Che, riguroso y exigente como pocos para entregar su ardiente corazón, le otorgó la condición de hermano y la más alta calificación como jefe de combatientes populares.

Como si todo eso no fuera suficiente, allí estaba con la sonrisa ancha, alegre, optimista, todo pueblo, criolla, presente ante el agudo olfato de las masas cual héroe legítimo, nacido de sus filas.

¡Y caló hondo entre los suyos!, tanto, que aprendieron a trasmitir cariño y virtudes a los descendientes, persuadidos del valor eterno del ejemplo para defender y preservar aquello que con tanto amor y celo se construye.

En ello radica la naturaleza del “ milagro”, repetido cada 28 de octubre, de dejar una hermosa flor sobre las aguas, lanzada desde los hombros del padre o el abuelo que tal vez hicieron lo mismo cuando apenas empinaban los pies frente a las olas.

Dijo el Che de él: “En su renuevo continuo e inmortal Camilo es la imagen del pueblo”.  Y Fidel, al anunciar su desaparición, lo señaló como paradigma revolucionario, cual indiscutible héroe popular y expresó su convicción de que en el pueblo había muchos Camilos.

(Tomado de la ACN)



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