¿Un pulmón perforado?

Editado por Martha Ríos
2017-08-05 15:25:24

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Vista aérea de un segmento pequeño de la Amazonía. Foto tomado de Internet

Por Guillermo Alvarado

La actividad insensata del ser humano y las ambiciones perniciosas de las grandes transnacionales están ocasionando una de las peores tragedias que enfrenta nuestra especie: la desaparición constante de enormes áreas boscosas, que ponen en entredicho nuestro futuro y la existencia de la vida misma sobre nuestro planeta.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, cada año desaparecen en todo el globo terráqueo 13 millones de hectáreas sembradas de árboles, una cifra asombrosa que amenaza con eliminar esta reserva que tiene que ver con el conjunto de nuestra existencia.

El principal riesgo lo sufren las zonas tropicales, que representan mil 600 millones de hectáreas de selvas, de un total de cuatro mil millones existentes, y que al ritmo actual podrían desaparecer por completo entre 50 y 70 años.

De acuerdo con especialistas, la deforestación es un fenómeno negativo causado por la actividad del hombre, ya sea por la extensión de las áreas cultivables, la explotación intensiva y anárquica de la madera, la industria minera, ya sea subterránea o a cielo abierto y la urbanización.

En nuestro continente la zona más afectada es la Amazonía, considerada uno de los principales pulmones del mundo con 500 millones de hectáreas que constituyen el más grande ecosistema de todo el planeta, con unos 390 mil millones de árboles de alrededor de 16 mil especies diferentes.

Hoy día está fuera de cualquier duda el papel de los bosques en la lucha contra el cambio climático y el calentamiento global.

En la Amazonía se almacenan los principales recursos de agua dulce del mundo y de allí se envían a la atmósfera unos 20 mil millones de toneladas de vapor al día, indispensables para la formación de nubes y, por lo tanto, para la ocurrencia de lluvias.

Desde 1970 se perdió el 20 por ciento de su superficie y para 2050 el daño podría llegar al 70 por ciento a causa de políticas erróneas y la depredación de las transnacionales.

Arnaud Gauffier, miembro del Fondo Mundial para la Naturaleza, señaló que la situación política de Brasil influye en esta tragedia.

La mayor parte de los apoyos que recibe el presidente impuesto Michel Temer vienen de grandes consorcios agrícolas asentados en el norte del país, que deforestan de manera intensiva.  

Varias políticas del gobierno están orientadas a favorecer a estos empresarios en perjuicio del medio ambiente.

Por el contrario, durante la presidencia de Luis Inacio Lula da Silva, entre 2003 y 2010, se frenó de manera drástica la deforestación gracias a medidas públicas audaces para preservar la Amazonía y, sobre todo, para visibilizar el tema a nivel mundial.

Es un problema de sentido común, pero también de compromisos gubernamentales e internacionales. Los países ricos han consumido de manera irresponsable sus propios recursos y un ejemplo es que en Europa hoy sólo existe 0,3 por ciento de los bosques que había hace ocho mil años, contra el 69 por ciento en Brasil.

Preservar el pulmón amazónico, a punto de perforación, es un compromiso de todos con respeto, soberanía y convivencia civilizada, materias que lamentablemente nuestra especie todavía tiene pendientes.



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