Teatro José Jacinto Milanés más allá del arte

Editado por Martha Ríos
2018-07-16 14:59:29

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La fundación del coliseo data de 1938. Foto: Archivo

Por Maritza Padilla Valdés

Desde hace 180 años, en una de las más céntricas esquinas de la ciudad pinareña, majestuoso y retando al tiempo, el teatro José Jacinto Milanés se erige como uno de sus símbolos y atrae la mirada de cada visitante por su singular elegancia arquitectónica.

Desde su privilegiada ubicación ha sido testigo de los progresos de la urbe y del ir y venir de su gente, de naturaleza sencilla, con su carga de sueños y esperanzas.

Amado por los lugareños y motivo de íntimo orgullo, con su nombre se enaltece al célebre poeta, dramaturgo y ensayista matancero, de quien se dice perdió la razón por el amor de una mujer allá por el siglo XIX.

Uno de los más antiguos de América Latina, hoy deviene propuesta cultural de lujo predilecta por los citadinos, que disfrutan de los excelentes espectáculos acogidos en sus tablas, donde antaño dejaron su impronta prominentes figuras como Alicia Alonso y el Ballet Nacional de Cuba, Bola de Nieve, Rita Montaner y Rosita  Fornés, por solo citar algunos ejemplos.

Su fundación data de 1938, cuando se hizo notable un viraje en el desarrollo de la entonces villa de Pinar del Río, lo cual propició la construcción del local de tablas de palma y techo de guano con la pretensión de dar un teatro al pueblo que ya tenía cárcel, oficinas de correo, iglesia y viajes marítimos hasta La Habana.

Al año siguiente, una compañía de entonces lo transformó en un local de madera y tejas, lo nombró Lope de Vega  y ya para entonces contaba con 34 palcos, 17 a cada lado y un lunetario con 150 asientos, que lo hicieron sede de espectáculos de la más legítima gracia criolla.

Fue en 1880 que Dionisio Félix del Pino, su nuevo dueño, lo reedificó  casi totalmente de mampostería, y dotó a la céntrica instalación, de mejor confort en el escenario, el foso y demás requerimientos escenográficos.

Al nacer el teatro en Pinar del Río, apuntan historiadores,  las comunicaciones con la capital del país eran extremadamente difíciles y no era posible mantener una programación teatral sistemática.

A ello se sumaron interrupciones a propósito de las guerras emancipadoras de 1868 y 1895, y en la penúltima década del siglo XIX,  el referido teatro se circunscribió solamente a ofrecer algunas  representaciones, bailes y otras actividades.

Las propias fuentes indican que el señor del Pino, admirador del poeta matancero José Jacinto Milanés, le dio el nombre de ese bardo el 28 de noviembre de 1898, y en etapas posteriores adquirió la apariencia actual.

Luego de 1959, ha recibido múltiples remozamientos, y su sala y su tablado, sirvieron de locación para la filmación de la popularísima película nacional La Bella del Alhambra.

Situado en la intersección de las calles Martí y Colón, el  Milanés, tiene una capacidad de 540 butacas, pero además posee un patio de estilo sevillano con un sencillo escenario para café-concierto, y un bar-cafetería.

Quienes asisten a sus funciones reconocen como especial característica de este recinto su acústica excepcional, los sugerentes decorados en madera y metal y la magnífica disposición de su lunetario en un solo bloque, cualidades suficientes para elegirlo como opción en las noches de la renovada urbe.

Restaurado en el año anterior a propósito del aniversario 150 del otorgamiento del título de ciudad a la cabecera provincial, exhibe hoy su máximo esplendor y sumó a su historia, la sede en 2017 de la gala cultural en ocasión del aniversario 64 de la Gesta del Moncada, al efectuarse en Vueltabajo el acto nacional por la efemérides.

(Tomado de la ACN)
  



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