
Antonio Maceo, "El Titán de Bronce"
Por Abel Rosales Ginarte
Es difícil comprender esa materia sutil que envuelve a los héroes. Mariana Grajales percibió algo más que ternura en el hijo que nació de su vientre el 14 de junio de 1845. Lo nombraron José Antonio de la Caridad Maceo Grajales. Un titán cubano agitaba sus brazos regordetes, los mismos que levantaron el machete en la lucha por la independencia de Cuba de la metrópoli española.
Bebió de la fuente de Mariana, “La Madre de la Patria”, entendió el amor desde las raíces de su sangre cubana y comprendió que la libertad se gana con sacrificio. Creció ayudando a sus padres, entre el poblado de Majaguabo y la ciudad de Santiago de Cuba. La comprensión del mundo que le rodeaba definió la fuerza de un espíritu rebelde.
Antonio Maceo se incorporó a la guerra por la independencia de Cuba en 1868 y desde el primer combate sus jefes le otorgaron grados militares. Tenía 23 años y la voluntad de un titan en el campo de batalla. Los que le conocieron lo describían como un mulato alto, varonil, atlético, con una valentía fuera de lo común. La sonrisa de su rostro limpio la heredó de Mariana. Pero la perfección sublime de Maceo fue su amor incondicional por la tierra que lo vio nacer.
Su padre le enseñó equitación y el uso de las armas. Desafió a las balas enemigas y sobrevivió a 26 heridas de guerra. Intervino en más de 600 acciones combativas, según algunos historiadores. Sus subordinados lo idolatran y Cuba toda recuerda su voz ante el vergonzoso Pacto del Zanjón propuesto por la metrópoli española.
Maceo, enfrentó al general Martínez Campos, bajo el sol que atravesaba el follaje de los mangos de Baraguá. “Entonces, -dijo el español - no nos entendemos”. La respuesta del cubano salvó la dignidad de una generación de héroes: “No, no nos entendemos”.
José Martí, el más universal de los cubanos en carta enviada a Antonio Maceo le confiesa: “No conozco yo, General Maceo, soldado más bravo ni cubano más tenaz que usted”.
Maria Grajales, el día que sostuvo a José Antonio de la Caridad Maceo Grajales entre sus brazos por vez primera, el 14 de junio de 1845 sintió más que ternura en el primer llanto de su hijo. Ese día le nació un titan a Cuba, el Titan de Bronce.
El héroe que confesó en una carta: “Cuba tiene muchos hijos que han renunciado a la familia y al bienestar, por conservar el honor y la patria. Con ella pereceremos antes que ser dominados nuevamente; queremos independencia y libertad”. Su amor incondicional por la tierra que lo vio nacer nos sigue acompañando.