Avanza configuración de misión para verificar la paz en Colombia

Editado por Maria Calvo
2016-07-29 11:33:27

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por Guillermo Avarado

La misión de la Organización de las Naciones Unidas para verificar el cese del fuego y la dejación de las armas de las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo, las FARC-EP, estará integrada por unas 500 personas de 15 países, la mayoría de ellos de la región.

Ya se encuentra en la nación sudamericana una avanzada de este grupo, que prepara las condiciones para que el proceso sea ordenado y metódico y se garantice la seguridad de los combatientes, así como la existencia de las garantías de su incorporación a la vida civil.

Esa nación tiene ya el trauma sufrido a mediados de la década de los ochenta del siglo pasado, cuando los miembros de la Unión Patriótica fueron prácticamente exterminados en el transcurso de una década, después de renunciar a la lucha armada y constituirse en un partido político.

El jefe de la misión de la ONU, Jean Arnault, quien también jugó un papel importante en la firma de los acuerdos de paz en Guatemala, indicó que la mayoría de los observadores son de países miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, la Celac, aunque habrá también algunos representantes de naciones europeas, como Alemania y Suecia.

Durante la II Cumbre de la Celac, celebrada en La Habana en enero de 2014, se declaró a América Latina y El Caribe como zona de paz, donde el diálogo sea la vía para resolver cualquier diferencia y quede erradicado el uso, o la amenaza del uso de la fuerza, de allí la importancia de que este organismo participe en la verificación del fin del conflicto armado más antiguo en la región.

El 23 de junio pasado, el gobierno colombiano y las FARC-EP firmaron en la capital cubana, sede de los diálogos de paz desde 2012, el acuerdo para el cese bilateral y definitivo del fuego y sólo queda pendiente la rúbrica del pacto final.

Una vez cumplido este último requisito habrá un plazo de 180 días para la dejación de las armas, que no serán entregadas al ejército ni al gobierno colombiano, sino a la misión de la ONU.

Colombia estará entonces más cerca de una paz definitiva, que pasa por las negociaciones con la otra organización insurgente, el Ejército de Liberación Nacional, que tiene presencia armada en varios puntos del país.

También hace falta enfrentar al crimen organizado y desmantelar a las bandas irregulares que se formaron a partir del auge del paramilitarismo impulsado durante la administración del expresidente Álvaro Uribe, un adversario declarado de las negociaciones de paz y del fin del conflicto.

Otro tema pendiente es poner fin a la presencia militar de Estados Unidos, que tiene varias bases instaladas en el país bajo el pretexto de combatir la violencia y el narcotráfico pero que, una vez lograda la paz, resultan una amenaza innecesaria para la estabilidad de la nación y de los países vecinos.



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