Decisión de carácter político e inaceptable de gobierno estadounidense complica aún más relaciones con Cuba

Editado por Jessica Arroyo Malvarez
2017-10-04 11:44:02

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Por Roberto Morejón

El gobierno estadounidense dañó aún más los vínculos con Cuba al decidir que 15 funcionarios de la nación antillana en la embajada en Washington la abandonen, como alegada respuesta a la disminución de sus representantes en La Habana.

El argumento carece de peso por lo que resulta injustificada e irreflexiva la determinación del gobierno del presidente Donald Trump, quien desde el inicio de su mandato tomó distancia del deshielo entre los dos países.

El acaudalado empresario pronunció beligerantes discursos en Miami y en la ONU, aplaudidos por la extrema derecha de origen cubano.

El canciller cubano, Bruno Rodríguez, calificó con palabras muy claras la última acción del gobierno de Trump: se trata de “una decisión infundada e inaceptable, así como el pretexto utilizado para justificarla”.

El asidero es, ciertamente, insostenible y contradictorio porque si bien el Departamento norteamericano de Estado admite que NO sabe la causa de los alegados “ataques sónicos” a diplomáticos y familiares, emprende una acción inamistosa, guiada políticamente, contra Cuba.

Las precipitadas decisiones de la actual administración , que incluyen la salida de 60 por ciento de sus diplomáticos en La Habana, responden sospechosamente al guión del obsesivo senador Marco Rubio, quien alude a un difuso origen cubano, pero hace carrera para ahogar al país antillano.

En una de sus proyecciones públicas sobre Cuba, el legislador republicano instó al Departamento de Estado a expulsar al mismo número de cubanos de la embajada en Washington que los estadounidenses retirados de La Habana.

Trump, Tillerson, Rubio y otros detrás de la maniobra para dinamitar los nexos bilaterales son responsables de los inconvenientes creados al encuentro entre las familias de cubanos residentes a uno y otro lado del mar.

La reducción drástica del personal consular en La Habana y Washington por las apresuradas medidas de Estados Unidos perjudican a las personas deseosas de viajar en uno y otro sentido para confraternizar entre parientes.

Se trata de un derecho humano conculcado por una administración que dice ser celosa guardiana del cumplimiento de esas prerrogativas.

La enérgica protesta de Cuba sustentada por su canciller constituyó una respuesta oportuna a las reprobables decisiones del gobierno de Estados Unidos.

La opinión pública internacional debe tomar nota de la denuncia de Cuba de que el gobierno de Estados Unidos NO ha brindado información suficiente para adelantar las investigaciones emprendidas aquí con profesionalidad sobre las presuntas perturbaciones auditivas.

Contrasta la reticencia a favorecer las pesquisas con la rapidez de las medidas para reducir los canales diplomáticos.



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