Por: Roberto Morejón

Durante el recrudecido hostigamiento de la anterior administración estadounidense, los cubanos rechazaron enérgicamente ese proceder, sin abandonar sus ansias de vivir en paz.

La hipotética convivencia a la que podía aspirarse se diluyó con el ataque pertinaz, concretado en más de dos centenares de prohibiciones y cortapisas.

El recién concluido octavo Congreso del Partido Comunista de Cuba examinó ese convulso período de relaciones entre La Habana y Washington.

Debió ser así dado su huella en la vida nacional, pues el bloqueo, a diferencia de lo que afirman algunos con perfidia, SÍ existe.

El saliente Primer Secretario del Partido Comunista, Raúl Castro, se refirió al cerco en su informe central a la reunión.

El orador lo calificó con precisión como “la guerra económica más abarcadora, desigual y prolongada que se haya desatado jamás contra nación alguna”.

El destacado líder revolucionario, quien cedió paso en la dirigencia del Partido Comunista al presidente de la República Miguel Díaz-Canel, remarcó cómo el bloqueo continuó en las duras circunstancias de la pandemia.

Se puso de manifiesto, recalcó, la despiadada naturaleza del imperialismo.

Frente a quienes insidiosamente tratan de ignorar o minimizar el boicot de Washington, Díaz Canel insistió en que “nadie con un mínimo de honestidad y con datos económicos” puede ignorar que “ese cerco constituye el principal obstáculo” para el desarrollo del país.

En esa línea de pensamiento, el Partido Comunista  demandó resueltamente el fin del bloqueo, cuya extensión representa un obstáculo indiscutible ante intentos de hacer sostenible una hipotética cooperación.

Y un eventual aporte mutuo es posible en ciertas esferas, como ya se demostró cuando Cuba y el gobierno del entonces presidente Barack Obama suscribieron más de una veintena de acuerdos.

Los tiempos cambian, pero hoy también surgen coincidencias, como expuso el Primer Secretario del Partido, Miguel Díaz-Canel, al aludir al cambio climático, el enfrentamiento a las amenazas de salud, promoción de derechos humanos y temas sobre migración.

Se trata de asuntos vitales en la agenda estadounidense mientras en Cuba la defensa de la paz siempre figurará como piedra angular de su política exterior.

Y en complemento, como expresara Díaz-Canel: “Relacionarnos con nuestro vecino del Norte como lo hacemos con el resto de la comunidad internacional, sobre bases de igualdad y respeto mutuos”.