La soga de Trump

Editado por Lorena Viñas Rodríguez
2022-05-27 10:04:31

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El ex presidente estadounidense Donald Trump ocupa espacios políticos a pesar de tantos enemigos, aunque, el magnate inmobiliario mueve dólares e influencias para neutralizarlos. 

Por: Roberto Morejón

El ex presidente estadounidense Donald Trump ocupa espacios políticos a pesar de tantos enemigos, aunque, el magnate inmobiliario mueve dólares e influencias para neutralizarlos. 

Derrotado por el demócrata Joseph Biden en las últimas elecciones y deshinchado el bulo del alegado fraude, todavía el ex aspirante a permanecer en la Casa Blanca levanta esa deshilachada bandera, con  adláteres que lo imitan.

Sin embargo, también pierde secuaces y protegidos en las primarias con vistas a las elecciones de medio término de noviembre.

De acuerdo con fuentes de prensa, no son pocos los que apuestan y hacen proselitismo contra los candidatos agraciados por el antiguo inquilino de la Casa Blanca.

Entre ellos figuran republicanos favorables a pasar la página y dejar atrás la patraña del fraude en 2020, entre los que aparece el ex vicepresidente Mike Pence, quien hace campaña por el gobernador de Georgia, Brian Kemp, empeñado en reelegirse frente al favorito de Trump, David Perdue.

A propósito de Pence, otrora amigo de Trump y ahora enfrentado a él, una Comisión de la Cámara de Representantes informó que Trump se habría mostrado a favor de colgar de una soga a Pence.

Así habría ocurrido cuando los forajidos asaltantes del Capitolio en enero de 2021 instaron a liquidar a Pence por no oponerse a lo que el entonces ocupante de la Casa Blanca tildaba de fraude.

Lo anterior lo reveló The New York Times, para dejar  mal parado a Trump, a quien también lo señalaron negativamente en un libro publicado por el exsecretario de Defensa, Mark Esper.

El autor escribió que su jefe consideró en dos ocasiones atacar con cohetes laboratorios de droga en México.

Esper también aseguró que Trump sugirió cortar la cabeza a un cabecilla del autodenominado Estado Islámico y exhibirla para disuadir acciones terroristas.

No se trata de los únicos exabruptos y arranques delirantes, frenados o no, atribuidos a Trump por colaboradores, cesados por él o que abandonaron por voluntariamente sus funciones durante el mandato del ex gobernante.

Pese a esa publicidad nada edificante, Trump sigue moviendo hilos, no sin resbalones, para proyectar a sus preferidos hacia cargos públicos, como una forma de consumar sus ambiciones de poder.

No está claro si los que se bajan del carro de Trump son suficientes para malograr los designios del ex Jefe de Estado, señalado como una amenaza a la democracia modélica enarbolada por Estados Unidos. 



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