El Congo de Catalina de Güines

Editado por Maria Calvo
2018-11-18 16:31:16

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Catalina de Güines es un poblado que se encuentra a unos 50 kilómetros de Ciudad de La Habana que en sus inicios su desarrollo dependía de sus tierras fértiles para el cultivo de la caña que abastecía a ingenios azucareros de la zona, del tabaco y del café. Luego en el año 1858 la llegada del ferrocarril y más tarde en la década del 30 la construcción de la Carretera Central, justo en su kilómetro 52, le dio un considerable desarrollo al pueblo.

En el período de construcción de la carretera central, importante vía de comunicación para el desarrollo de la isla, los  pueblos y ciudades por los que pasaba la carretera, se veían beneficiados por las actividades comerciales y por el paso de viajeros, Catalina de Güines, fue uno de esos pueblos favorecidos.

En este pueblo vivía un negro llamado Guillermo Armenteros, El Congo, hombre de piel oscura que vestía impecablemente de blanco, que había sido esclavo, y que se ganaba la vida vendiendo todo tipo de fiambres y platos típicos de la cocina criolla, en su mayoría basados en la carne de puerco.

La especialidad que lo hizo famoso fue la butifarra, que preparaba con cerdo y una sazón muy propia, de forma que la hizo inigualable.

Por allí pasaban los viajeros en ómnibus o en autos y se detenían a comer. El negocio de El Congo, prosperó y logró el éxito y la popularidad, y aquel modesto puesto se transformó en un restaurante, el lugar más importante del pueblo.

El Congo se convirtió en un lugar  típico, como La Bodeguita del Medio, en La Habana, o La Casa de Pedro el Cojo, en Santiago de Cuba.

En honor a Las Butifarras del Congo, las más sabrosas del mundo, Ignacio Piñeiro compuso un son que El Septeto Nacional popularizó que se sigue interpretando por numerosos artistas, tanto en Cuba como en el extranjero la citada “Échale Salsita”.

 “Salí de casa una noche aventurera.Buscando ambiente de placer y de alegría. Ay mi Dios, cuanto gocé. En un sopor, la noche pasé. Paseaba alegre por los lares luminoso. Y llegué al bacanal. En Catalina me encontré lo no pensado. La voz de aquel que regonaba así: Salsa En Catalina me encontré lo no pensado. La voz de aquel que pregonaba así: Échale salsita, échale salsita, Ah, ah, ah, ah… En este cantar profundo, Lo que dice mi segundo. No hay butifarra en el mundo. Como la que hace el congo. Échale salsita, Échale salsita,…

(Internet)



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