Por: Roberto Morejón
Cuando el médico cubano Rolando Piloto afirmó que sus colegas son esclavos de la solidaridad y el altruismo, NO utilizó esa palabra inadvertidamente, porque aludía a quienes cuestionan las abnegadas misiones de ese personal en otros países, incluyendo Mozambique.
Piloto regresó a La Habana procedente de Mozambique junto a cerca de 40 médicos, licenciados y personal de servicio enviados en marzo último por Cuba para atender a los damnificados por el paso del devastador huracán Idai.
Con esa nación en emergencia, los cubanos acudieron nuevamente en apoyo de sus hermanos africanos.
Fue así que llegó a la central ciudad de Beira un grupo del Contingente Henry Reeve, especializado en situaciones de desastres, cuyos integrantes se sumaron a los 372 colegas cubanos afincados allí mediante convenio bilateral.
Durante dos meses, los profesionales cubanos de la Henry Reeve atendieron más de 22 mil pacientes, realizaron 331 intervenciones quirúrgicas y ejercieron control epidemiológico.
Los enviados de la mayor de las Antillas atendieron damnificados y población en general por lo que su objetivo fue ampliado.
La misión número 28 de ese contingente con una experiencia acumulada en situaciones de terremotos, ciclones, ébola y otros percances, generó el reconocimiento y gratitud de las autoridades y el pueblo de la patria de Samora Machel.
Como es típico de los representantes del sistema de salud de la nación caribeña, en sus misiones comparten la vida de sus pacientes y miran a los ojos de los enfermos, a quienes escuchan atentamente.
Sin embargo, personajes de tan escabrosa trayectoria como el asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Bolton, el secretario de Estado, Mike Pompeo, y el subordinado de ellos, Luis Almagro, titular de la OEA, mienten sobre los médicos cubanos.
La más reciente campaña consiste en presentarlos como supuestos esclavos del gobierno revolucionario y los señalan porque, dicen, sus derechos humanos son violados.
Una cruzada tan falaz y grosera se estrella contra el comportamiento ejemplar de miles de hombres y mujeres de Cuba que ponen benévolamente sus conocimientos al servicio de otros pueblos.
Esos profesionales acuden a las misiones voluntariamente, reciben sus salarios y mantienen en Cuba sus ubicaciones, además de saber que sus familiares son atendidos por el Ministerio de Salud Pública.
La protección de sus derechos laborales y el reconocimiento de todos los cubanos los tienen asegurados los integrantes de las diversas misiones médicas que, como la regresada de Mozambique, constituyen ejemplo de generosidad y destrezas.