Se atoró sistema político israelí

Editado por Bárbara Gómez
2019-12-14 09:52:19

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Por: Guillermo Alvarado

El Parlamento de Israel convocó a nuevas elecciones para el 2 de marzo de 2020, las terceras que se realizarán en menos de un año para tratar de romper el nudo gordiano que mantiene paralizado al sistema, incapaz de formar un nuevo gobierno debido a la polarización y fragmentación de las organizaciones políticas.

Los comicios anteriores, celebrados en abril y septiembre de este año, demostraron que ninguno de los partidos de la actualidad tiene la capacidad para mover a los votantes a su favor y alcanzar una mayoría que les permita organizar al ejecutivo.

Debido a los magros resultados en las urnas, tampoco se logró pactar una coalición que alcance los 61 escaños necesarios para imponerse en un Parlamento formado por 120 diputados.

Un compromiso entre los principales adversarios, Benjamín Netanyahu, del ultraderechista Likud, y Azúl y Blanco, de Benny Gantz, considerado por algunos de centro, pero que en realidad es de derecha, resultó imposible porque ninguno de ellos quiere ser segundo del otro.

Durante la crisis Netanyahu ha funcionado como primer ministro en funciones, lo que le viene de perlas porque mantiene la inmunidad del cargo ante las acusaciones de la fiscalía por cohecho, fraude y abuso de poder.

De hecho uno de los factores de atascamiento gubernamental es la percepción cada vez más generalizada de que el jefe de Gobierno durante la última década es culpable de corrupción.

Mantenerse el mayor tiempo posible al frente del ejecutivo se ha convertido en la estrategia del líder sionista para evitar un juicio, que podría derivar en una condena de diez años de prisión.

Esta es la razón por la que jamás aceptaría una fórmula de coalición donde él no fuese el primer ministro y prefiere la repetición indiscriminada de las votaciones, a pesar del costo político y económico para el país.

Los frustrados comicios de abril y septiembre costaron unos 250 millones de euros, factura que crecerá en marzo próximo. La parálisis política, sin embargo, también tiene una pesada carga para las empresas, calculada en cuatro mil millones de euros.

En breve comenzará la campaña que, como siempre, tendrá a la población palestina como moneda de cambio porque tanto Netanyahu como Gantz tratarán de ganar los sufragios de los colonos en Cisjordania ofreciendo nuevas colonias y la legalización de las ya existentes, así como la aplicación de mano aún más dura contra la Franja de Gaza y las organizaciones Hamas y Yihad Islámica.

Netanyahu también buscará que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de su bendición a un pacto contra Irán, para usarlo en su propaganda.

Se avecina, pues, un fin de año y comienzo del próximo con muchos más sufrimientos para los palestinos, así como de peligros reales para Irán, que están atrapados en un juego político macabro donde hay candidatos dispuestos a ganar votos a costa del dolor ajeno, en un sistema basado en el racismo, la discriminación y el odio.



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