
Estados Unidos y China acuerdan una pausa en la guerra arancelaria. Imagen:France24
por Guillermo Alvarado
Los gobiernos de Estados Unidos y China alcanzaron un acuerdo durante las negociaciones realizadas en Ginebra y pusieron una pausa en la guerra arancelaria desatada por el presidente Donald Trump, la cual mantenía en tensión a los mercados en todo el mundo.
Una vez más la Casa Blanca debió dar marcha atrás en una medida aplicada por el mandatario, que rompía con todas las reglas establecidas para el comercio internacional y amenazaba con una era de sombras el intercambio y, en última instancia, el desarrollo de los países.
Desde que los fenicios impulsaron el comercio entre los pueblos con costas en el mar Mediterráneo, definieron esa actividad como un acto de buena fe (bona fide, en latín) entre los participantes.
Mucho después, en el siglo XVIII, el escocés Adam Smith y el inglés David Ricardo sentaron las bases del intercambio internacional con las respectivas teorías de la ventaja absoluta y la ventaja comparativa, donde primaba la idea de que ambas partes, comprador y vendedor, son beneficiados.
Sin ser un teórico, ni mucho menos, Trump quiso instalar que el comercio sólo debía servir para “hacer grande de nuevo a Estados Unidos”.
Poco a poco semejante locura fue echando para atrás y así lo demuestra el acuerdo de Ginebra, donde Washington y Beijing decidieron hacer una rebaja del 115 por ciento de las tarifas aduaneras bilaterales durante un plazo de 90 días, mientras se llega a un acuerdo más elaborado.
De esta manera los productos chinos pagarán el 30 por ciento al entrar a Estados Unidos, mientras la potencia norteña estará sujeta a un arancel de 10 puntos porcentuales en el gigante asiático.
Como es habitual, Trump celebró el compromiso haciéndolo ver como una victoria personal suya, y no el retroceso de una medida impulsiva y en total desacuerdo con la realidad y las normas establecidas por la comunidad internacional para regular el intercambio.
Más sereno fue el secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, cuando señaló que ninguno de los dos países desea un desacoplamiento comercial y que ambos continuarán las negociaciones al respecto.
El ministerio de Comercio de China celebró los avances sustanciales que benefician el interés común global.
Otro resultado de las reuniones fue la creación de un sistema de consultas bilaterales destinado a prevenir nuevas crisis en materia comercial, una idea sensata si se toma en cuenta que ambas son las mayores economías de todo el mundo, un dato no menor.