El Cristo de La Habana parece que bendice la ciudad (+ Foto)

Editado por María Candela
2019-12-26 15:48:56

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Por: Guadalupe Yaujar Díaz

"Seguí mis principios y traté de lograr una estatua llena de vigor y firmeza humana. Al rostro le imprimí serenidad y entereza como para dar alguien que tiene la certidumbre de sus ideas; no lo vi como un angelito entre nubes, sino con los pies firmes en la tierra."

Así definió El Cristo de La Habana su autora, la escultora cubana, Jilma Madera, al inaugurarse la obra el 25 de diciembre de 1958.

Se trata de una señorial e imponente estatua enclavada a la entrada del puerto de la añeja urbe, a la izquierda, entre la vetusta fortaleza de San Carlos de la Cabaña y el pueblo de Casablanca.

La figura de Jesús aparece de pie, mirando hacia la ciudad, con una mano en el pecho y la otra en alto, en actitud de bendecir.

Con una altura de 20 metros sobre una base de 3 metros, se sitúa a 51 metros sobre el nivel del mar, y constituye la mayor escultura del mundo hecha por una mujer en mármol blanco de Carrara..

El monumento, ícono de la capital del país, pesa 320 toneladas y cuenta con 67 piezas sujetas por una armazón interior de acero..

No necesitó Jilma Madera un modelo específico para esculpir la colosal obra, y en más de una ocasión dijo que se inspiró en su propio ideal de belleza masculina, que era, en esencia, un hombre de ojos oblicuos y labios carnosos, rasgos típicos de cualquier cubano.

El Cristo de La Habana tiene los ojos vacíos y así lo concibió su autora para dar la impresión de que mira a todos desde cualquier lugar.  Sus pies llevan unas chancletas, idénticas a las que calzaba Jilma.

Se dice que, en la base de la figura, la escultora enterró objetos de la época como periódicos y monedas.

Antes de su construcción, existieron diversos criterios acerca de la altura que la obra debía tener; se iniciaron largas discusiones pues  pretendían hacerla de 35 metros de alto; es decir, tres más que el Cristo Redentor, de Río de Janeiro, Brasil, emplazado en la cima del Corcovado, que tiene 710 metros de altura.

A esa idea se opuso abiertamente la escultora, (a pesar de que iba en detrimento de sus honorarios) porque, desde el punto de vista artístico, habría sido un desastre, teniendo en cuenta la poca elevación de la colina de La Cabaña. Luego de varios debates, fue aceptada la propuesta de que la figura tuviera una altura de 20 metros.

Las piezas fueron construídas en Italia y, una vez terminadas, después de que recibieran la bendición del Papa Pío XII, se trajeron a la Habana.

El barco que las condujo, debidamente ordenadas y acomodadas, zarpó del puerto de Marina, en Carrara, a mediados de 1958.

Historia

Todo comenzó por una promesa que, supuestamente sería la salvación de un hombre. Tras el asalto al Palacio Presidencial en 1957 para ajusticiar a Fulgencio Batista, su esposa, desesperada, prometió que si el presidente (dictador) salía con vida ella mandaría a erigir una estatua de Cristo que se viera en toda La Habana.  Se lanzó un concurso y se reunieron 200 000 pesos en la colecta para sufragar la ejecución. El certamen lo ganó la escultora pinareña Jilma Madera.

La primera dama no imaginó que una vez cumplida su promesa, el gobierno de Batista solo se prolongaría una semana más,  al caer ante el impetuoso avance del Ejército Rebelde, protagonista del triunfo revolucionario del Primero de Enero de 1959.

La escultura ha tenido más de una restauración. En 2013, le fue otorgado al esquipo de trabajo el Premio Nacional de Restauración.

Por sus excepcionales valores artísticos y ser icono de la identidad capitalina, se declaró Monumento Nacional en 2017.



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