
Por: Leipzig del Carmen Vázquez García
En el corazón de la campiña oriental cubana, donde los ríos Cauto y Contramaestre entrelazan sus aguas y la brisa aún parece susurrar versos, se alza el Monumento a José Martí en Dos Ríos, Jiguaní.
En el sitio donde el Apóstol entregó su vida el 19 de mayo de 1895, la memoria nacional se transforma en altar y piedra, en jardín y obelisco, perpetuando el sacrificio y la esperanza de un pueblo.
Justo debajo de una frondosa ceiba se detiene Antonio Espinosa Martínez, historiador de la comunidad de Dos Ríos para acercarnos un poco más a la historia del obelisco inaugurado el 19 de mayo de 1922 y que simbolizaba el dolor, el respeto y el compromiso de los cubanos con el legado del Maestro.
Hoy, Dos Ríos no es solo un sitio de memoria, sino un espacio vivo de reflexión y encuentro. El monumento se proyecta como un espacio histórico, patrimonial y sociocultural, con la misión de mantener viva la llama del ideario martiano para las nuevas generaciones.
Frente al obelisco, bajo el sol de Oriente, la tierra de Dos Ríos sigue guardando el eco de aquel disparo y la promesa de libertad. El monumento, nacido de la piedra y el amor de los cubanos, es altar y testigo: allí donde Martí cayó, Cuba se levanta cada día, renovando su fe en la justicia y la dignidad humana.
*corresponsal de Radio Habana Cuba en Granma