
Imagen ilustrativa
Por: Yunielis Moliner*
En un hecho que marca un hito para la medicina cubana, el Parque Científico Tecnológico de Matanzas (CIENTEX) lideró un proyecto multidisciplinario que culminó con el exitoso implante de una prótesis de cráneo fabricada mediante tecnología de impresión 3D. Este logro no solo representa un avance significativo en el campo de la neurocirugía reconstructiva, sino que también evidencia la capacidad de Cuba para desarrollar soluciones médicas de vanguardia a través de la colaboración entre instituciones científicas nacionales e internacionales.
El proceso requirió la participación coordinada de destacadas instituciones. El Centro de Estudios de Fabricación Avanzada y Sostenible (CEFAS) de la Universidad de Matanzas se encargó del diseño digital personalizado de la prótesis, adaptándola a las necesidades específicas del paciente. Posteriormente, el Instituto de Intercambio de Calor y Masa de la Academia Nacional de Ciencias de Bielorrusia aportó su experiencia en fabricación aditiva para imprimir el prototipo inicial.
Una vez validado el diseño, el Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas (CIMEQ) asumió la fabricación del implante definitivo, asegurando los más altos estándares de biocompatibilidad y resistencia. Finalmente, el Instituto de Neurología y Neurocirugía de La Habana realizó la compleja intervención quirúrgica, demostrando una vez más su excelencia en procedimientos neuroquirúrgicos de alta precisión.
Este caso destaca el potencial de la impresión 3D en la medicina personalizada, permitiendo la creación de implantes anatómicamente precisos que mejoran la calidad de vida de los pacientes. A diferencia de las prótesis tradicionales, fabricadas en serie, esta tecnología permite adaptar cada pieza a las características únicas del paciente, reduciendo riesgos y optimizando los resultados postoperatorios.
Además, el proyecto sienta un precedente para futuras aplicaciones de la fabricación digital en Cuba, no solo en neurocirugía, sino también en otras especialidades como la ortopedia y la cirugía maxilofacial.
Más allá del aspecto técnico, este logro refleja cómo la integración entre ciencia, tecnología e industria médica puede generar soluciones innovadoras con un profundo impacto social. En un contexto donde el acceso a tecnologías médicas avanzadas suele ser limitado por restricciones económicas, iniciativas como esta demuestran que, mediante la colaboración y el desarrollo de capacidades propias, es posible alcanzar estándares de primer mundo.
Este éxito refuerza el compromiso de Cuba con la investigación científica aplicada a la salud pública, abriendo nuevas puertas para el tratamiento de pacientes con traumatismos craneoencefálicos, malformaciones congénitas o secuelas de intervenciones quirúrgicas.
El implante de Matanzas no es solo un caso aislado, sino un paso hacia la consolidación de la biofabricación en Cuba. Con el continuo desarrollo de estas tecnologías, se espera que en el futuro cercano más pacientes puedan beneficiarse de prótesis y dispositivos médicos hechos a la medida, reduciendo costos y tiempos de espera.
Este proyecto, además, fortalece los lazos de colaboración internacional, mostrando cómo el intercambio científico puede trascender fronteras en beneficio de la humanidad.