Encantos e improntas de la serranía cubana

Editado por Bárbara Gómez
2016-06-09 23:21:14

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Encantos naturales tiene de sobra este diminuto valle. A su vera corre rápido —y furioso en época de lluvias— un río. En sus alrededores crecen plantas de café y cacao, árboles maderables, viandas y frutas, entre las cuales sobresale la piña, de sabor único, al decir de los lugareños.

Pero la gente de este asentamiento situado sierra adentro, en el este de la provincia de Holguín, a 14 kilómetros de El Quemado, en el Consejo Popular de igual nombre, no pasa por alto improntas sociales especiales, entre ellas el centro escolar Calixto Sánchez Gual, concebido para 11 niñas y niños de primero a sexto grados.

La escuela tiene una estructura docente pe­cu­liar, explica su joven directora, Isabel Ro­drí­guez Carchaval. “Cuatro alumnos (tres hembras y un varón) permanecen internos de lu­nes a viernes, porque son de lugares muy distantes y el venir a la escuela diariamente y re­gresar a sus casas es muy complejo.

Los de­más son de puntos cercanos y por las tardes se van a donde viven con sus familiares”.
Se le subordinan tres maestros, dos instructores de arte, un profesor de Educación Física y una bibliotecaria, además del personal de servicio.

Frente a sus alumnos de primero, segundo y tercer grados, Wilber Cisneros García muestra total dominio de la situación. Egre­sado en septiembre del pasado año de la Es­cuela For­madora de Maestros de Holguín, atribuye su seguridad a la preparación recibida. Igual­mente se siente cómodo con los educandos porque conoce sus costumbres y modo de pen­sar. Es de la zona.

Hace todo para que las clases sean dinámicas, no importa si es el turno de Matemática o de Lengua Española. Según refiere, ocurre lo mismo cuando sus compañeros imparten Educación Física, Apreciación de las Artes o El Mundo en que vivimos.

A Heidis Marian Jerez Torres, de segundo grado, basta convidarla al diálogo para que hable bien del maestro. Su casa está en Ba­conal, a muchos kilómetros, igual que ocurre con Rancho Alegre, Brazo Grande y Li­mon­cito, donde viven otros compañeros de escuela. Aquí, asegura, aprende y tiene amigos para jugar y conversar de muchas cosas, lo cual secunda Beatriz Rodríguez Velázquez, su par en la mesa y el grado.

Ambas afirman que tienden las camas y mantienen el dormitorio limpio. Nereyda Du­cás Oliva, a cargo de elaborar los alimentos y servirlos, confirma que las atenciones a los alumnos van a la par de enseñanzas en cuanto a orden, disciplina y buenos hábitos en ge­neral.

Docencia y amor unieron en este lugar a Doralbis López Cruz, maestra del aula que reúne a alumnas y alumnos de cuarto, quinto y sexto grados; y a Ramón González Cutiño, instructor de arte. Constituyen una pareja activa, que aprovecha su compenetración para influir positivamente en la formación de los educandos, señalan sus compañeros.

Sobre Víctor Enrique Reynoso, profesor de Educación Física, los demás docentes también vierten buenos criterios. Se las ha arreglado para mantener en estado óptimo los espacios donde transcurren las clases de baloncesto, fútbol y atletismo. Atento a la captación de posibles talentos, admite tener puesto los ojos en Edismel Cutiño Galván, un alumno que desarrolla buena velocidad. “En una escuela deportiva puede despuntar como atleta”.

Por la biblioteca y sus más de 200 títulos, así como por las acciones que estimulan a la lectura, responde directamente Libaniuzka Sa­lazar Pérez, quien se siente respaldada por los demás compañeros.

Debido a su dinamismo, capacidad para entender a los alumnos y conocimientos sobre la flora y la fauna de la región, lo cual le viene de las enseñanzas transmitidas por el padre, guardabosque de larga experiencia, conduce un círculo de interés dirigido a la protección del medioambiente. Convence su vehemencia: “Los montañeses debemos conocer cada sitio, árbol y animal de nuestro entorno, porque de lo contrario nos desnaturalizamos y permitimos su destrucción”.

Al abandonar El Culebro, desde el puente de hierro construido allí hace poco sobre el río —para reponer otro arrastrado por una violenta crecida—, la mirada también se dirige hacia el consultorio del Médico de la Familia, la bodega que cumple funciones de farmacia, la panadería y la despulpadora de café y cacao.

Aunque no sea todo lo anhelado por sus habitantes, en este lugar se ha hecho mucho socialmente y se seguirá haciendo. Infor­ma­ciones ofrecidas por José Antonio Agüero, secretario de la comisión provincial del Plan Turquino confirman la aprobación de 250 000 pesos para reparar el camino en el que los frecuentes aguaceros esculpen tramos solo transitables a pie, a lomo de mulos o en camiones de triple tracción en buen estado técnico, con choferes hábiles y valientes al timón.

 



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