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Por: Guillermo Alvarado
Como un grosero error, una irresponsabilidad o un acto inconstitucional califican dentro y fuera de Estados Unidos el brutal bombardeo que el presidente Donald Trump ordenó contra instalaciones nucleares en Irán, un hecho que puede abrir las puertas del infierno.
Con esta agresión el jefe de la Casa Blanca violó varias normas, entre ellas la convención internacional que prohíbe atacar centros atómicos que no tengan un propósito militar.
Según Trump, el desmantelamiento de las instalaciones puso fin a un supuesto proyecto de Teherán de desarrollar una bomba nuclear, algo sobre lo que no hay absolutamente ninguna prueba, salvo las afirmaciones de Benjamín Netanyahu, un tipo que no tiene ninguna credibilidad.
Por el contrario, es un secreto a voces que Tel Aviv tiene, no uno, sino decenas de estos artefactos y curiosamente las agencias internacionales que fiscalizan estos temas jamás han intentado hacer una inspección en Israel, como se hizo varias veces en Irán sin encontrar nada.
En un vano intento de maquillar su brutal acción, Trump dijo que no está en guerra contra la nación persa, sino contra su programa nuclear.
Pero toda la vida las autoridades han dicho en Teherán que ese programa tiene objetivos estrictamente civiles y, reitero, nadie ha demostrado lo contrario.
Pero Trump tiene razones para negar su acción de guerra y es que aún en medio de su megalomanía, sabe muy bien que violó la Constitución de su país cuando ordenó el ataque sin contar con el Congreso, el único que puede meter a esa nación en un conflicto armado.
Como dijo la representante por el partido Demócrata, Alexandria Ocasio Cortez, existen todas las condiciones para hacer un juicio político contra el presidente y sacarlo del poder, la cuestión es ¿quién se va a atrever a eso?
Incluso algunos legisladores republicanos han realizado tímidas críticas al mandatario por una acción contraria a la democracia, incluso a la democracia de papel que existe en la potencia norteña.
Mientras tanto el mundo contiene la respiración en espera de la respuesta de Irán, que tiene en las manos un amplio abanico de opciones, entre ellas cerrar el estrecho de Ormuz e impedir el paso de una quinta parte del petróleo que fluye hacia occidente.
De ocurrir eso el precio del crudo se disparará hasta niveles insospechados y la economía de todo el mundo, empezando por la de Estados Unidos, va a crujir.
Recuerdo una vez más aquella frase de Fouché, quien ante una brutalidad menor que ésta dijo: fue peor que un crimen, fue una estupidez.