Londres, 7 ago (PL) Nunca había sucedido. En realidad hace pocos años parecía una quimera. Pero el planeta dio varias vueltas y Yulimar Rojas cambió la historia: Venezuela conquistó hoy el título en triple salto, su primer oro de siempre en Mundiales de atletismo.
Esta victoria es por mi país. Quiero ganar más medallas y más campeonatos mundiales, seguiré trabajando fuerte para conseguirlo, expresó, rebosante de alegría, la triplista venezolana de apenas 21 años.
Parecía un cuento de hadas, Yulimar llegó al Mundial de Londres-2017 con la espina de haber perdido la final olímpica de Río contra la colombiana Caterine Ibargüen, quien, a su vez, intentaría hoy ganar su tercera corona mundial al hilo, algo nunca antes logrado por una triplista.
Era la hora de la revancha. Rojas tomó la delantera en la segunda rueda de saltos con un 14,82 metros, pero Ibargüen sacó a relucir su grandeza y llegó hasta los 14,89 en el tercer intento.
Así, el tiempo trascurría y la colombiana parecía abocada a consumar la hazaña: tres medallas de oro consecutivas. ÂíMadre mía! Son cosas que se dicen rápido, pero mucho más fácil se resuelve un problema matemático.
Entonces, Yulimar mostró sobre el tapete la bestia competitiva que lleva dentro. La discípula del legendario saltador cubano Iván Pedroso tomó gran carrera de impulso en el quinto intento y, con la ayuda de todos los santos, voló hasta los 14,91 m, dos centímetros de más, líder. Era la campeona. Toda Venezuela celebraba. Pero a Ibargüen le quedaba una vida. Y esa morena es de competencia. No por gusto es campeona olímpica y doble titular mundial.
El sexto salto de la colombiana puso en pie a todo el estadio. Había que medir la distancia. Yulimar no quería mirar. Podía ser un registro ganador. El tiempo se detuvo. Los segundos parecieron horas, hasta que por fin los jueces dictaminaron: 14,88 m.
Venezuela toda saltó de júbilo, Yulimar Rojas era campeona del mundo, la primera monarca del orbe del atletismo vinotinto.
El último salto de Ibargüen me dio pánico. Sentí temor de perder la competencia y mi medalla de oro. Esa mujer es tremenda competidora, remarcó Rojas, una muchacha con un talento enorme y un futuro brillante por delante.
Me prometí a mí misma que cambiaría para mejor el color de la medalla olímpica, quería el oro, en mi cabeza no había otra cosa, declaró exultante.
A esas alturas pocas personas recordaban que Olga Rypakova estaba en competencia, y no es poco, porque la kazaja era la campeona olímpica de Londres-2012, en la misma pista de esta competencia.
Pero el duelo Rojas-Ibargüen era demasiado para añadir más protagonistas. Rypakova llegó hasta un sólido 14,77 m y se debió conformar con el bronce. No había nada más para ella en esta gélida noche londinense.
Desde ya está planteado el desafío: Ibargüen irá a por Yulimar en el próximo Mundial, en la siguiente Olimpiada, en cuanto torneo puedan coincidir en cada temporada.
Se huelen aires de revancha nuevamente en el triple salto para damas, una venganza que pondrá al atletismo de América Latina en el centro de la atención mundial.